Los alimentos, el agua y las materias primas son parte del sustento vital que nos brinda la tierra en nuestro planeta. Por ello, nos resulta de gran interés destacar iniciativas que se suman para preservar y restaurar nuestros ecosistemas. Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), más de 2.000 millones de hectáreas de tierras degradadas afectan a 3.000 millones de personas.
De acuerdo a la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2016-2030, 30 millones de hectareas, en el Perú, están en proceso de desertificación y 3.8 millones ya desertificadas. La causas directas recaen sobre la deforestación, el sobrepastoreo, el manejo agrícola inadecuado y la urbanización. Además, se registra la pérdida de 14 millones de metros cúbicos de agua por el retroceso de glaciares.
En este contexto, la agenda del Día Mundial del Medio Ambiente 2024 se enfoca en buscar alternativas para acabar con la degradación de la tierra y restaurar paisajes degradados. Por ello, en esta nota presentaremos esfuerzos realizados en nuestro país que, aunque a menudo pasan desapercibidos, contribuyen significativamente a este objetivo.
1. Hacer sostenible la agricultura
Promover la agricultura sostenible puede aumentar la producción de alimentos y preservar los ecosistemas. Reorientar subvenciones agrícolas hacia prácticas sostenibles y apoyar a pequeños agricultores es una estrategia clave. Fomentar cultivos resistentes al clima, aprovechar conocimientos indígenas para métodos sostenibles y gestionar mejor pesticidas y fertilizantes para proteger la salud del suelo.
En la provincia de Satipo, la Cooperativa Kemito Ene, dedicada al cacao y el chocolate se esfuerza por promover una agricultura sostenible. Con 15 años de experiencia en el mercado, agrupa a más de 300 socios del pueblo asháninka, ubicados en los márgenes del río Ene. El econogecio ayuda a generar un ingreso permanente a la familias y a mantener el equilibrio ecológico de sus territorios.
2. Salvar suelos
El suelo es un hábitat biodiverso esencial. Casi el 60% de todas las especies viven en el suelo y el 95% de los alimentos que comemos proceden de él. Un suelo saludable captura los gases de efecto invernadero, evitando que lleguen a la atmósfera. Esto lo convierte en un aliado clave en la lucha contra el cambio climático.
El caso de la familia Chang y la protección del Bosques Seco Amotape, en el departamento de Tumbes, es una historia de conservación y turismo inclusivo, que transformó un terreno árido en un oasis de biodiversidad. Cuenta con un vivero y es un espacio para practicar el aviturismo. Además, promueve la educación ambiental y la reforestación, integrando comunidad y conservación.
3. Proteger a los polinizadores
Tres de cada cuatro cultivos dependen de los polinizadores, siendo las abejas las más importantes. Sin embargo, están en declive. Para protegerlos, es crucial reducir la contaminación, minimizar el uso de pesticidas y promover espacios que permitan su retorno a la naturaleza.
La apicultura es un medio de vida sostenible, no deteriora los recursos naturales y se puede desarrollar en áreas áridas o terrenos de donde la siembra ha fracasado. Cristina Caballero y su familia cultivaron un profundo respeto y amor por las abejas. Ellos transformaron la tradición familiar a un emprendimiento exitoso.
4. Restaurar los ecosistemas de agua dulce
Los ecosistemas de agua dulce sostienen ciclos hídricos que fertilizan la tierra, suministran alimentos y agua, protegen contra sequías e inundaciones y albergan innumerables especies. Sin embargo, la contaminación, el cambio climático y la sobreexplotación los amenazan. Mejorar la calidad del agua, identificar fuentes de contaminación y monitorear la salud de estos ecosistemas es crucial para su preservación
En la ciudad de Oxapampa, se encuentra la laguna El Oconal. Un área crucial para la biodiversidad y el ecoturismo. Este ecosistema acuático alberga especies nativas y es vital para la comunidad local. Especialistas y autoridades de región señalan su potencial para ser considerado un sitio Ramsar. En la actualidad esta es una de sus principales demandas para asegurar su conservación.
5. Renovar las zonas costeras y marinas
Los océanos proporcionan oxígeno, alimentos y agua, mitigan el cambio climático y ayudan a las comunidades frente a fenómenos extremos. Restaurar ecosistemas marinos como manglares, marismas, bosques de algas y arrecifes es esencial. A su vez, se deben aplicar normas estrictas sobre la contaminación, los vertidos industriales y los residuos plásticos para proteger las zonas costeras.
En fechas recientes, el Estado peruano creó la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau. Este espacio, que alberga el 70% de las especies marinas del país, busca proteger y conservar la biodiversidad costera de la región. La reserva se convierte en un paso significativo hacia la conservación del medio ambiente, tras 10 años de espera.
6. Devolver la naturaleza a las ciudades
Las ciudades consumen el 75% de los recursos, generan más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero y producen más de la mitad de los residuos globales. A medida que crecen, las ciudades pueden provocar sequías y degradación del suelo. Sin embargo, es posible adaptar lo urbano con la naturaleza y las prácticas sostenibles.
El Jardín Botánico de la UNAS, en la ciudad de Tingo María, conserva la biodiversidad amazónica y es un ejemplo de integración entre los espacios verdes en áreas urbanas. La noble causa de albergar distintas variedades de árboles, flores y animales silvestres de la Amazonía, demuestra como se puede promover la conservación y convertirse en un atractivo académico y turístico.
7. Generar financiación para la restauración
Entre las soluciones para cumplir con los objetivos mundiales en materia de clima, biodiversidad y restauración de ecosistemas, se hace un llamado a los sectores públicos y privados a invertir en sistemas de alerta temprana o financiar actividades de restauración de tierras y soluciones basadas en la naturaleza.
Viridis Terra impulsa la economía verde con proyectos de reforestación en Ucayali, Huánuco y Loreto. Fundada en 2015, destaca en tecnología verde y restauración de ecosistemas. Su vivero produce 1 millón de especies forestales anuales. Basada en diagnósticos ambientales y especies forestales autóctonas, colabora con el Gobierno y otras entidades para una gestión sostenible contra el cambio climático y la degradación del suelo.