El Congreso de la República parece estar en un camino de colisión con una de las políticas de Estado más exitosas y sólidas del Perú. El Proyecto de Ley 11822/2024-CR, que busca reformar la Ley de Áreas Naturales Protegidas (ANP), es, en el mejor de los casos, un acto de profunda ignorancia; en el peor, una amenaza deliberada a la institucionalidad del país y a su más valioso patrimonio natural.
En Inforegión publicamos un reciente informe del Grupo Análisis X Naturaleza que desmiente de manera contundente la premisa del proyecto: la idea de que habilitar actividades de hidrocarburos en zonas de protección estricta generará más canon y, con ello, cerrará brechas sociales.
Esta es una tremenda falacia económica sin ningún sustento. La historia ha demostrado que la inversión privada es próspera donde hay seguridad jurídica y normas claras, no donde se flexibilizan los estándares ambientales. Asunto que ya viene sucediendo silenciosamente en nuestro país.
El PL 11822 es un despropósito. Rompe el equilibrio de poderes al transferir al Ministerio de Energía y Minas facultades que históricamente han sido del Congreso, politizando la gestión de las ANP. Además, ignora un modelo que ha funcionado por 65 años, en el que se aplica una gradualidad de estrategias, desde la protección estricta hasta el uso sostenible.
En un país donde el 96% de las ANP son efectivas y actúan como «bastiones de resiliencia y esperanza» contra la deforestación y las economías ilegales, resulta absurdo proponer una ley que socava esa fortaleza. Las ANP nos brindan servicios ecosistémicos esenciales, agua, regulación del clima y resiliencia frente a desastres, que no pueden ser reemplazados por una promesa de canon que, además, la data no demuestra que mejore la vida de la población.
La historia de Perú nos ha enseñado que el progreso no se construye a costa de la naturaleza. Este proyecto de ley no es un paso hacia el futuro; es un retroceso que nos acerca a un abismo de conflictos y devastación. La decisión de los legisladores no será solo política, sino moral. El Perú, su biodiversidad y las generaciones que vendrán, exigen un solo camino: defender nuestro patrimonio, fortalecer nuestra institucionalidad y archivar este proyecto. Por el bien de todos, por el bien de la patria.
