A tres horas de Ucayali, río San Alejandro arriba, se encuentra la comunidad indígena Sinchi Roca. En 2015, este pueblo kakataibo enfrentó sanciones forestales que superaron el millón de soles debido a acuerdos con terceros que ocasionaron daños en sus recursos. “Para nosotros fue un momento muy difícil, no sabíamos qué hacer”, recuerda Nilder Fernández, uno de sus líderes.
Ante este escenario, la comunidad decidió organizarse a través de su comité de vigilancia y asumir un control más directo sobre su territorio. Con el apoyo del Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (Osinfor) mediante capacitaciones técnicas, comprendieron que la gestión debía estar en sus propias manos.
“Aprendimos que no podemos depender de otros, debemos cuidar nuestro bosque y nuestros recursos”, añade Fernández.
Restauración y conservación
El proceso de recuperación se canalizó mediante mecanismos de compensación de multas. En 2023, Sinchi Roca saldó más de 233 mil soles con un plan de recuperación de áreas degradadas que incluyó la reforestación de 34 hectáreas y la siembra de más de 3400 especies, entre ellas shihuahuaco y copaiba.

Un año después, la comunidad compensó más de 794 mil soles mediante la modalidad de conservación de bosques húmedos, lo que implicó proteger 2 145 hectáreas bajo un plan de conservación. Estas acciones marcaron un cambio en la relación de la comunidad con su territorio, que pasó de la sanción a una gestión activa.
Diversificación y vigilancia
La experiencia también impulsó nuevas actividades productivas. A través de la agroforestería, la artesanía y las plantaciones forestales, las 153 familias de Sinchi Roca han encontrado alternativas de desarrollo. Estas iniciativas, sumadas a programas estatales y de cooperación, han permitido mantener estabilidad económica y reforzar la gobernanza local.
El aprovechamiento maderable continúa siendo una actividad importante, pero ahora bajo mayor supervisión. El comité de vigilancia comunitario hace seguimiento al trabajo del regente y a las empresas que ingresan al bosque, con el objetivo de asegurar un manejo responsable de los recursos.
Las prácticas de manejo forestal de la comunidad fueron evaluadas en 2023 y 2024, años en los que obtuvo constancias de cumplimiento de obligaciones tras las supervisiones realizadas.

“Ahora somos reconocidos como comunidad líder. Tenemos jóvenes comprometidos y sabemos que el bosque es nuestra riqueza y nuestra responsabilidad”, señala Fernández.
Desde esta experiencia, el mensaje que comparten con otros pueblos indígenas es directo: “Monitoreen, formalicen sus procesos y defiendan su bosque. Solo así es posible transformar una crisis en una oportunidad para crecer y proteger sus recursos”.


