La 11ª Reunión Anual de la Red de Bosques y Medios de Vida (FLARE) cerró su jornada con el panel «Conservación, convivencia y el futuro de los Andes Amazónicos», un espacio que confrontó los ambiciosos compromisos internacionales con la cruda realidad que enfrentan las comunidades en la Amazonía. Los expositores coincidieron en que la clave para la sostenibilidad reside en la implementación efectiva de políticas y el cambio de mentalidad en los tomadores de decisión.
Compromiso global vs. brecha de restauración
Marco Arenas, exdirector de Diversidad Biológica del Ministerio del Ambiente (Minam), sentó el marco de los compromisos de Perú, asegurando que el país se ha sumado a las metas de Montreal para 2030:
- Meta 30×30: Conservar el 30% del territorio continental y el 10% del ámbito marino. Actualmente, Perú se encuentra entre el 19% y 20% de su meta continental.
- Restauración: Recuperar el 10% de áreas degradadas. Con 19 millones de hectáreas afectadas, Perú debe restaurar al menos 3.2 millones de hectáreas para el 2030.
Arenas enfatizó que la Hoja de Ruta del Minam busca la gestión efectiva de las tierras, priorizando el bienestar de las comunidades locales y el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas como gestores territoriales clave para superar la meta del 30×30.
La dicotomía histórica y la innovación en la gestión
Gabriel Quijandría, director regional de la UICN para América del Sur, abordó el reto de superar la vieja dicotomía entre «desarrollo y destrucción», una concepción que persiste en muchos líderes políticos desde los años 40.

Se refirió a la complejidad del caso ecuatoriano, que, a pesar de enfrentar una creciente presión por la explotación petrolera y la minería ilegal, ha mostrado resistencia a través de mecanismos innovadores:
- Derechos y referéndum: La Constitución ecuatoriana reconoce los derechos colectivos y de la naturaleza. Quijandría destacó el reciente referéndum sobre el bloque Yasuníy los canjes de deuda como ejemplos de capacidad para generar modelos sostenibles.
- Reto de implementación: El principal desafío en la Amazonía no es la falta de marco regulatorio, sino la implementación efectiva de políticas ya existentes. Quijandría urgió a los tomadores de decisión a un cambio de mentalidad y a basar la gestión en el conocimiento local.
La exministra del Ambiente, Lucía Ruiz, coincidió en la necesidad de un enfoque integral y holístico. Basada en su experiencia en la gestión del Parque Nacional Cordillera Azul (que alberga a 250 000 personas), Ruiz subrayó que la conservación debe cerrar brechas sociales, económicas y culturales. Instó a tomar decisiones basadas en la ciencia y a combatir las economías ilegales que minan los ecosistemas.
El grito indígena: «Lo ilegal, informal y criminal tiene más valor»
La activista y gestora cultural Valbina Miguel, del pueblo Yanesha, ofreció una perspectiva cruda y esencial sobre la realidad en territorio, expresando su «sentimiento encontrado»ante los compromisos políticos.
Miguel denunció que el país permite que «lo ilegal, informal y criminal tenga más valor», amenazando la supervivencia cultural y física de las comunidades. Su exposición se centró en la defensa del vasto conocimiento ancestral:

- Poder de los saberes: Relató cómo durante la pandemia de COVID-19, las comunidades Yanesha que volvieron a usar saberes ancestrales (como el achiote y el matico) no reportaron muertes. «Si nuestro país colapsó a nivel nacional, ¿puedes imaginar cómo estaban las regiones?», cuestionó.
- Amenaza a lo sagrado: Lamentó que lugares sagrados y conocimientos tradicionales (desde el uso de la coca hasta la Ayahuasca) están siendo concesionados o apropiados y vendidos por terceros, sin que el Estado (incluido el Ministerio de Cultura) intervenga para proteger a los sabios y sus prácticas.
- Empoderamiento y legado: A pesar de la discriminación que ha enfrentado como mujer indígena, Albina Miguel canaliza su trabajo en la juventud. A través de proyectos como el de revitalización de conocimientos ancestrales Yanesha, registra saberes y enseña a niñas y niños a pescar, cazar, hilar y tejer, asegurando que su legado cultural sirva como base para futuras investigaciones y educación.
El rol de la empresa privada: El «oro verde» de AJE
Jorge López Doriga, director global de Comunicación y Sostenibilidad del Grupo AJE, presentó un modelo de intervención privada que busca empoderar a las comunidades y formalizar las economías locales.
- El verdadero valor: López Dorigo afirmó que el desafío es convencer al mundo del valor del «oro verde» de la Amazonía.
- Cadenas de super frutos: El Grupo AJE, conocido por su experiencia formalizando la informalidad en Ayacucho, ha expandido su misión a la Amazonía, creando bebidas a base de super frutos como el camu camu (25 veces más vitamina C que una naranja).
- Acuerdos justos: La empresa colabora con más de 48 comunidades en Perú, Ecuador y Colombia, comprando productos directamente a precios justos durante todo el año, lo que fomenta la conservación de los bosques al darles valor económico a sus recursos.
La Cumbre FLARE concluyó con la necesidad de una gobernanza innovadora, donde la ciencia, los derechos indígenas y los actores económicos trabajen de manera integrada para que la Amazonía no sea vista como un recurso a destruir, sino como la clave del equilibrio global.


