La 63ª edición de CADE Ejecutivos inauguró sus sesiones en Lima con la exposición de la diputada española, periodista y escritora Cayetana Álvarez de Toledo, bajo el título «La libertad como base de la prosperidad». Su intervención se centró en un mensaje de exigencia y optimismo, instando a la clase empresarial a tomar una participación activa en la política peruana.
Álvarez de Toledo comenzó su discurso rindiendo tributo a Mario Vargas Llosa, a quien calificó como un «gigante de las letras y un gigante de la libertad», y un referente de la «profunda cordialidad liberal».
El emplazamiento central: No hay salud económica sin salud política
El mensaje central de la diputada fue un emplazamiento directo a la militancia democrática de los empresarios:
- Invertir en democracia: La oradora argumentó que no hay salud económica sin salud política ni salud democrática. Por ello, instó a los empresarios a invertir en democracia, señalando que «no hay inversión más rentable».
- No a la neutralidad: Álvarez de Toledo advirtió que la neutralidad frente al deterioro de la política es peligrosa: «No hay neutralidad, la neutralidad no es prudencia, es complicidad por omisión.»
Señaló que la degradación de los países no ocurre por un exceso de política, sino porque «los mejores abandonan la política y se desentienden de la política».

Crisis de occidente y la refundación liberal
La diputada reconoció que, en la actualidad, el mundo hispano y todo Occidente enfrentan una gran crisis del orden liberal, motivada tanto por enemigos externos (autocracias) como por una pérdida de confianza interior.
Propuso que no existe alternativa capaz de garantizar la prosperidad y la convivencia pacífica que no sea el orden liberal. Por ello, planteó como urgente la refundación del orden liberal para enfrentar la polarización.
La lucha contra la vulgaridad y el populismo
Álvarez de Toledo lamentó que la política se ha convertido en una «mezcla de circo de tres pistas, patio de colegio y reality show«, donde impera la mediocridad y el esperpento. Exigió que a la política se dedique lo «mejor de la sociedad: los más inteligentes, los más honrados, los más competentes», defendiendo la palabra y rehabilitando la verdad en la vida pública.
Frente a la amenaza del populismo, la oradora hizo una fuerte defensa de la responsabilidad individual y la ciudadanía:
- Victimismo peligroso: Condenó el victimismo, que somete a los pueblos a esperar un redentor o Mesías. Subrayó que el destino de los ciudadanos, especialmente los jóvenes, está en sus propias manos, y que el papel del Estado es sólo garantizar la igualdad de oportunidades.
- El desprecio a la riqueza: La diputada exigió a los empresarios sentir orgullo empresarial por crear riqueza y empleo. Criticó el discurso que condena la riqueza, insistiendo en que «no se acaba con la pobreza destruyendo la riqueza», sino creándola a través del esfuerzo, el talento y la responsabilidad.
En el debate sobre las políticas identitarias, la expositora argumentó que la estrategia del «divide y vencerás» busca socavar la nación, que es la base democrática. La meta, afirmó, es recuperar el concepto profundamente liberal y humano de ciudadanía, donde a los seres humanos se les juzgue por sus actos y conductas, no por atributos identitarios.
El mensaje final de Álvarez de Toledo fue que la solución al caos iliberal no es un orden iliberal, sino el orden liberal, es decir, orden y libertad.


