Sudán, Myanmar, Gaza, Ucrania y un largo listado de países siguen en guerra por todo el planeta este 2024 y continuarán en 2025. Estos conflictos armados traen consigo una degradación profunda del territorio, de acuerdo a Ecoticias. Trae consigo la pérdida de ecosistemas que no solo están ligados a la identidad de cada cultura, sino que impiden el acceso a bienes básicos como el agua y regulan directa e indirectamente la salud de personas, animales y plantas.
Industria militar emite gran cantidad de gases de efecto invernadero
Hace décadas, desde la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se instó a los países industrializados a reportar las emisiones de dióxido de carbono con el fin de recopilar datos completos y transparentes y poder así tomar medidas para su mitigación. Sin embargo, la industria militar quedó fuera del acuerdo, ya que, en aras de proteger el secreto de las operaciones militares, se decidió que fuera voluntario reportar sus emisiones.
Según la nota de Ecoticias, esta protección dificulta enormemente las estimaciones de los niveles de CO2 emitidos y compromete el cumplimiento de los acuerdos y la reducción global de emisiones. El resultado de esta situación es una industria militar que actúa con total impunidad en materia climática, operando fuera del marco legal al que quedan sujetos el resto de los sectores. Si no se conocen las emisiones que generan, ninguna institución o gobierno puede exigir que se reduzcan. La industria militar se convierte en juez y parte al ser la encargada de crear y revisar sus propias normativas y acciones para contribuir en la reducción de las emisiones globales.
Los científicos lo explican
Pese a la opacidad que existe en torno a las emisiones que genera la industria militar, Linsey Cottrell y Stuart Parkinson, del Conflict and Environment Observatory y el Scientists for Global Responsability respectivamente, calcularon en una investigación presentada en 2022 que el sector militar era responsable del 5,5 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por su parte, el Transnational Institute apuntaba en 2023 que la industria militar de EE. UU. es la responsable del 31,2 % de las emisiones históricas del país.
Según la investigación de Rasa Samaliukiene, publicada en 2018, en la que analizaba la documentación en torno al tema, la industria militar tiene efectos nocivos sobre los tres pilares en los que se basa el desarrollo sostenible: el ambiente, la economía y la sociedad.
Ambientalmente, la industria militar y sus efectos tienen un enorme impacto, tanto en emisiones como en destrucción de ecosistemas. Económicamente, moviliza enormes cantidades de dinero, pero el efecto que tiene sobre las economías de los países donde se instalan bases militares se acerca más a la desestabilización que a la sostenibilidad; y en lo que al ser humano se refiere, tiene un efecto negativo tanto a corto como a largo plazo en la salud física y mental de niños y adultos.
Armas sobre clima
No parece que estos “detalles” se están teniendo en cuenta, según el estudio que Denise García, profesora en la Universidad Northeastern de Boston (EE UU) y vicepresidenta del Comité Internacional para el Control de Armas Robóticas. El trabajo indica que la inversión de los países, empresas e instituciones internacionales en una industria que genera tanta destrucción es tres veces superior a la que se dedica a mitigar los efectos del cambio climático y la crisis ambiental que enfrentamos.
La nota menciona que existe algo chocante dado que el cambio climático mata al menos veinte veces más que todos los conflictos armados juntos. Resulta difícil de explicar que las inversiones económicas en la industria militar estén muy por encima de lo que amenaza en grado tan extenso la vida humana, la crisis climática actual.
Conflictos y guerras no sostenibles
Más allá de nuestro deseo de alcanzar la paz y el desarme global, cosa que hoy por hoy parece poco probable, ¿es posible avanzar hacia un desarrollo sostenible si, en nombre de la seguridad, mantenemos los datos sobre la industria militar fuera de la contabilidad ambiental? ¿Qué sentido tiene hacer esfuerzos para reducir las emisiones si los conflictos armados, que a menudo surgen por el interés de unos pocos, destruyen el progreso alcanzado por grandes mayorías?
Mientras detenemos la guerra, resulta imprescindible que la industria militar comience a dar datos sobre su huella ambiental y sus emisiones de gases de efecto invernadero. Si la meta es un mudo más pacífico y sostenible, hoy es el mejor momento para poner en marcha políticas conjuntas y más audaces para el desarme, la adaptación ante el cambio climático y la crisis ambiental.
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