El vehículo que nos transporta se va introduciendo lentamente en un bosque cada vez más denso. El sol brilla fuerte y el calor arrecia. La trocha por la que transitamos no es muy ancha y mientras avanzamos se dejan ver los campos de cultivo de unos agricultores que nos ven pasar con cierto sigilo, sospecho que debemos estar en uno de los límites con el departamento de Amazonas.
En un rincón del Bosque de Protección Alto Mayo (BPAM) poblado por colonos, en realidad por migrantes establecidos antes y después de la creación del Área Natural Protegida en 1987, reacios a aceptar la acción del Estado en sus asentamientos y que en algunos casos mantienen una terca oposición a la presencia del Sernanp en estos territorios de extrema belleza.
Nos acompañan tres trabajadores de esta institución: Job Cercado, del centro poblado de Nueva Zelandia, y Sarita Cuipal, de Aguas Verdes, los dos guardaparques, y también Jessica Contreras, la joven profesional limeña que asumió recientemente el puesto de comunicadora del BPAM.
En el Puesto de Vigilancia y Control Naciente del Río Negro se integran dos personas más a la simpática comitiva, Gricerio Carrasco, firmante de un Acuerdo de Conservación con el Estado que lo compromete a cuidar estas tierras y don César Navarro, guardaparque con 13 años de trabajo dedicados a proteger con esmero los cauces fluviales donde nacen las aguas que consumen los 200 000 habitantes de las provincias de Moyobamba y Rioja.
Inicia el recorrido
El grupo está completo, hoy vamos a ascender a una catarata bien arriba del bosque nuboso que una hora y media después de haber salido de Rioja ha hecho su aparición para envolvernos en su manto de humedad y sensaciones nuevas…
Una de la principales particularidades y retos de gestión en el Bosque de Protección Alto Mayo es el asentamiento de aproximadamente 1,500 familias en su interior.
Para afrontar esta realidad, el Sernanp y Conservación Internacional, la organización que ejecuta el contrato de administración del Área Natural Protegida han implementado, entre otras acciones, la figura de los Acuerdos de Conservación, el compromiso que acepta la población asentada dentro del BPAM para realizar acciones de conservación que permitan la recuperación de las zonas degradadas.
En compensación, los suscriptores se benefician con asistencia técnica y capital de trabajo lo que ha propiciado la generación de emprendimientos sostenibles al interior del ANP y la restauración de más de 2000 hectáreas de bosques.
Hombres de la frontera
Nosotros estamos atentos a escuchar el relato de don César que ha llegado en la moto con la que recorre diariamente estos parajes. Su seriedad y sus modales de veterano en el cuidado de los recursos nos conmueve. En estos cofines de la Amazonía peruana el honor de sus guardianes parece ser también su divisa. Esta es su historia:
“Mi nombre completo es César Navarro García, natural de Tarapoto, hijo de padres agricultores. Tengo 62 años. Como verán, desde muy temprano me involucré en el trabajo en el campo, ese era mi destino. La naturaleza siempre me atrajo por eso es que me aficioné a estudiar la carrera de forestal. Esa decisión, pienso ahora, es lo que me impulsó a amar lo que hago.
Bueno, cuando se me presentó la oportunidad de ser guardaparque en la Reserva Nacional Pacaya Samiria, en Loreto, no lo dudé, participé en un concurso para ese puesto y lo gané. En Pacaya trabajé cuatro años como guardaparque y si sumo los trece que voy trabajando en San Martín, ya son 17 años los que voy prestando mis servicios al Estado como guardaparque.
Loreto era otra cosa, en Pacaya Samiria los ríos son como carreteras, definitivamente se trata de otra realidad, de poblaciones que tienen otras costumbres, ese es otro mundo. Cuando sentí que ya había cumplido mi ciclo en Pacaya asumí el reto de convertirme en guardaparque del Bosque de Protección Alto Mayo. Aquí las condiciones definitivamente son diferentes.
Proteger el Bosque de Protección Alto Mayo
Los problemas socioambientales existen y hay que darles la cara. Vivimos en un ambiente conflictivo, la historia dice que cuando se creó el área natural dos guardaparques y un técnico fueron los únicos encargados de cuidar las 182 000 hectáreas del bosque. Entonces, lógicamente, la gente aprovechó para ingresar al interior del territorio protegido para hacer agricultura.
Por eso es que tenemos esas poblaciones asentadas en el BPAM. Eso obliga a los guardaparques, que ahora somos 26, a trabajar con ellos, a socializar la información que tenemos, a hacerles entender que es posible vivir en armonía con la naturaleza, que pueden, que deben ser amigos de la naturaleza. Esa es nuestra principal labor con la población con la que nos involucramos.
¿Difícil? Sí. He tenido que aprender a desarrollar habilidades que no tenía. Con decirles que antes yo no sabía producir hortalizas, he tenido que aprender a hacerlo para poder enseñar. No era buen profesor, eso no era lo mío, sin embargo, tuve que aprender a llegar de la mejor manera a los niños y también a sus padres.
No sabía preparar materiales educativos, ahora ya lo sé, tuve que aprender solito, sabiendo como hacerlos puedo trabajar mejor en las instituciones educativas con las que nos vinculamos. El trabajo de los guardaparques en esta área natural protegida es realmente multidisciplinario, estás obligado a conocer de todo y si no sabes lo que se necesita para cumplir con propiedad tus labores, ni modo, tienes que aprenderlo. Y a esos aprendizajes hay que sumarles los que uno consigue en la convivencia con los demás compañeros”.
La gestión del bosque
Las buenas relaciones que el Sernanp y sus aliados técnicos han logrado con la población asentada dentro del BPAM han servido para reducir drásticamente la conflictividad social en el área creando oportunidades para el surgimiento y consolidación de negocios amigables con la naturaleza.
La comercialización de café orgánico a través de la asociatividad de los agricultores, el aviturismo, los cultivos nativos y la diversificación de los productos y servicios están mejorando las condiciones de vida de la población del Alto Mayo.
Los retos de un guardaparque
“Vuelvo a decirles, en los primeros años de mi trabajo aquí éramos como extraños, la población nos tenía temor, cuando nos veían, los niños y los adultos se escondían de nosotros, nos veían como policías, felizmente eso cambió. Les hemos hecho entender que estamos aquí para enseñarles a conservar los recursos naturales. De esa manera, solo así, la población nos ha aceptado. Hemos sabido ganarnos la confianza de ellos, poco a poco. No ha sido fácil, es un proceso largo, complejo, muy delicado. Eso hemos aprendido…
Claro, también hay que aprender a convivir con la familia. Imagínense, 22 días en el campo y solo ocho con ellos. He aprendido en estos años a descubrir formas de relacionarme con la esposa y con los hijos, contarles siempre qué es lo que uno hace acá para que ellos entiendan que uno se aleja de casa porque está decidido a conservar los recursos naturales cueste lo que cueste.
Esa es la verdad. Me siento orgulloso de ser guardaparque del Bosque de Protección Alto Mayo porque soy una de las personas que contribuye a conservar la biodiversidad, los recursos, los paisajes y la cultura del país”.
Cuánta razón tiene don César. Después de escucharlo y admirar la belleza del bosque de nubes del Alto Mayo volvemos a Rioja felices por tantos aprendizajes y el testimonio de uno más de los 900 guardianes de la biodiversidad y diversidad cultural del Perú. Con ellos #OtroMundoesPosible.
Proyecto guardianes
El proyecto “Guardianes, crónica de guardaparques en el Perú” es una iniciativa del Grupo Viajeros impulsada por el Sernanp y diversas organizaciones de la sociedad civil y el Estado que tiene como objetivo poner en valor el aporte y el legado de los guardaparques del sistema nacional de Áreas Naturales Protegidas. Toda la información que se produce en el marco del proyecto puede ser utilizada libremente incluyendo, en la medida de lo posible, los hashtags que incluimos en cada uno de los copy elaborados.