Desde los siete años, Ronald Jiménez Seijas ha vivido entre pinceles y colores, inspirado por el legado artístico de su madre, Consuelo Seijas Landa. Nacido en Tocache, San Martín, y residente en Tingo María, este pintor ha dedicado su vida a transmitir mensajes de conservación ambiental a través de un estilo único que fusiona fantasía y naturaleza. «Siempre trato de que mis obras sean un recordatorio de que la naturaleza y el ser humano somos uno solo. Si destruyes el planeta, te destruyes a ti mismo», afirma.
Jiménez comenzó a desarrollar su propio estilo visionario a los 12 años y ha perfeccionado su técnica con el tiempo, alcanzando un nivel de detalle tridimensional que le permite plasmar obras llenas de magia y significado. Sus cuadros no solo destacan por su belleza visual, sino por el mensaje profundo que transmiten. «Cada gota de agua que contaminas es una vida menos. Eso es lo que quiero transmitir: amor por la naturaleza y la responsabilidad de cuidarla».
Reconocimientos
A lo largo de su carrera, ha representado a Perú en diversos eventos internacionales, ganando premios y posicionándose como un embajador del arte amazónico. En el 2008, obtuvo su primer gran reconocimiento en el XI Salón Nacional de Pintura Contemporánea, y en el 2021, presentó su obra Diosa de la Naturaleza en una exhibición artística en Egipto.
Estos logros no han sido fáciles. Ronald Jiménez recuerda cómo su carrera como contador público colegiado llegó a su fin, obligándolo a reinventarse como artista. Fue entonces cuando nació «La Casita del Arte», su taller en Tingo María donde enseña a niños y niñas a expresar su creatividad y a creer en sus sueños. «El arte es terapia. Enseño a los niños que nada es imposible si le ponen empeño», señala.
Además de su obra en lienzos, Jiménez ha llevado su arte a murales en restaurantes y proyectos especiales como el empaque de Chocolates Milán, que representa la riqueza de la Amazonía peruana y promueve la conservación del ambiente. «A través de este proyecto, llevamos sabor, color y un mensaje de protección ambiental al mundo», explica.
Raíces amazónicas
El artista describe su proceso creativo como un puente hacia otro mundo. Cada cuadro le toma de un mes a un mes y medio. «Para mí, pintar es desconectarme del mundo, recrearme a mí mismo y transportarme a un lugar lleno de magia y fantasía».
El amor por la naturaleza es evidente en cada detalle de sus cuadros. Desde hojas fusionadas con figuras humanas hasta animales icónicos como el otorongo, símbolo de fortaleza y guardián de la selva, su arte busca reconectar al ser humano con el medio ambiente.
Legado para las nuevas generaciones
La pasión de Ronald por la enseñanza lo llevó a abrir su taller en la Cámara de Comercio de Tingo María. Este espacio no solo fomenta el aprendizaje artístico, sino también el desarrollo personal de los niños. «He visto cómo llegan niños inseguros y, a través del arte, descubren que son capaces de lograr todo lo que sueñan», comenta orgulloso.
El pintor amazónico también ofrece artesanías, diseños personalizados y lienzos que han llegado a diferentes países. A través de estas iniciativas, Ronald Jiménez Seijas no solo busca ganarse la vida, sino también dejar un impacto positivo en quienes se cruzan con su arte.
Con cada pincelada, este artista de la selva peruana está construyendo un legado que combina cultura, creatividad y un llamado urgente a proteger el planeta. «Mi mayor satisfacción es llevar un pedacito de Tingo María al mundo y compartir el mensaje de que todos somos uno con la naturaleza».
