El pasado 27 de septiembre, en el marco del Día Mundial del Turismo, Madre de Dios se vistió de identidad y memoria para celebrar el Sine Do End Dari («fiesta de mi tierra), una festividad que honra las raíces del pueblo Harakbut y reivindica el legado cultural de los pueblos originarios de la Amazonía peruana.
El Sine, como se le conocía originalmente, fue una ceremonia tradicional celebrada hasta 1942 en las comunidades Harakbut. Esta danza ritual marcaba el tránsito de la adolescencia a la adultez y reunía a clanes de distintas cuencas del río Madre de Dios en una gran convocatoria espiritual. En sus vestimentas, pinturas corporales e iconografía se representaban los ciclos de vida, la conexión con la selva y el sentido de pertenencia a un territorio compartido.
Tras décadas de silencio, en 2012 el Gobierno Regional reconoció oficialmente al Sine Do End Dari como danza originaria de Madre de Dios, marcando un hito en la revalorización de las culturas nativas. Desde entonces, esta celebración se ha consolidado como un espacio de encuentro intercultural, donde las comunidades indígenas comparten sus saberes, danzas, gastronomía y artesanías con visitantes nacionales e internacionales.
Diversidad que resiste al olvido
Madre de Dios alberga a siete pueblos originarios: Amahuaca, Kichwa Runa, Harakbut, Yine, Ese Eja, Machiguenga y Shipibo. En la región se hablan nueve lenguas nativas, lo que refleja una riqueza cultural que resiste al olvido y a la homogenización. Durante el Sine Do End Dari, esta diversidad se manifiesta en cada expresión artística, en cada canto ceremonial y en cada tejido ancestral.

Las artes tradicionales de la región están profundamente ligadas a la vida amazónica. Los artesanos utilizan cortezas de árboles, fibras vegetales, semillas y raíces para confeccionar vestimentas, tallar figuras en madera y elaborar tejidos Yine con paja bombonaje. Cada pieza es un testimonio de sabiduría ancestral y de respeto por la naturaleza.
Este año, la fiesta se celebró en la comunidad nativa de Infierno, a 19 kilómetros de Puerto Maldonado, y congregó a cerca de mil pobladores y visitantes.
Gastronomía amazónica en la celebración
La gastronomía local también ocupó un lugar central en la festividad. El pescado asado en paca, bambú amazónico, fue uno de los platos más representativos, junto al tacacho con cecina, el juane y el guiso de aluje. Bebidas a base de frutos exóticos como aguaje, cocona, copoazú y castaña se transformaron en refrescos, salsas y postres que deleitaron a los visitantes.
Más que una festividad turística, el Sine Do End Dari es una afirmación de identidad, una resistencia cultural y una oportunidad para que Madre de Dios muestre al mundo la fuerza de sus pueblos. En tiempos de amenazas ambientales y sociales, esta fiesta se convierte en un acto de dignidad, donde la memoria ancestral se baila, se canta y se comparte.


