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lunes 04, noviembre 2024

Sergio Pezoa: «Recuperar nuestro lazo con la naturaleza es vital para enfrentar la crisis ambiental»

El director de Educación Socioambiental de Fundación Legado Chile, destaca la importancia de generar vínculos con la naturaleza, en el marco del Día Contra el Cambio Climático.

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¿Recuerdas cuando te conectaste por primera vez con la naturaleza? Quizás fue al observar un insecto con curiosidad, al maravillarte con el vuelo de un ave o al sentir la inmensidad del mar. Respira y trae ese momento a tu memoria. Seguramente, esa experiencia dejó una huella que atesoras. 

Lamentablemente, cada vez menos personas pueden mencionar un instante de unión con la naturaleza. Estudios en Europa revelan que los niños entre cuatro y 12 años pasan 990 horas al año interactuando con pantallas, lo que refuerza una creciente desconexión entre los seres humanos y su entorno natural. 

El origen de esta separación tiene raíces en creencias y prácticas culturales profundamente arraigadas en la modernidad y el pensamiento occidental. Como señala Timothy Morton, históricamente hemos concebido la naturaleza como algo separado y distinto de los seres humanos, viéndola ya sea como un recurso explotable o un lugar peligroso. Esta percepción de la naturaleza como algo externo ha moldeado una cosmovisión donde nos sentimos ajenos al mundo natural. 

El problema: Distanciamiento con la naturaleza

El mayor problema de nuestra cosmovisión actual es negar la interconexión que tenemos con la naturaleza. Al sentirnos ajenos a la naturaleza, no podemos ver que somos naturaleza, ver que nuestros pulmones existen gracias al aire que respiramos, nuestras piernas son por los paisajes que habitamos, o nuestras emociones suceden por las adaptaciones que necesitamos hacer frente a los acontecimientos de nuestro entorno. 

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Parque Nacional Huascarán en Áncash, Perú. (Foto: Sernanp)

Hemos llegado a negar esta relación, creyendo que el aire, el agua y la tierra no están conectados con nosotros, sino que existen únicamente a nuestro servicio. Esta desvinculación ha sido uno de los pilares de la actual crisis ambiental: percibimos que podemos transformar un río en un desagüe, porque no lo consideramos parte de nosotros. 

Este distanciamiento ha llegado a tal punto que los biólogos alertan que estamos viviendo la sexta extinción masiva, conocida como la Defaunación del Antropoceno, en la que aproximadamente dos especies de vertebrados desaparecen cada año. 

¿Qué podemos hacer para enfrentar esta crisis? 

Cambiar una cosmovisión no ocurre de la noche a la mañana. Se necesitan una serie de eventos que nos darán una nueva mirada, lo que nos llevará a adoptar nuevas prácticas. Como menciona Ronald Sistek, «la transformación humana ocurre cuando el dolor de cambiar es menor que el dolor de permanecer igual». 

En algún momento, la crisis ambiental será tan asfixiante que nos veremos obligados a cambiar, comenzando a fomentar prácticas basadas en nuestra interconexión con el entorno. Aunque no tengamos control inmediato sobre la transformación de nuestra cosmovisión, podemos generar contextos que fomenten la sustentabilidad. Una forma de hacerlo es mediante prácticas contraculturales que funcionen como burbujas dentro de un mar adverso.

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Parque Nacional del Manu entre Madre de Dios y Cusco, Perú. (Foto: Andina) 

Momentos de conexión con la naturaleza

Según el concepto de biofilia de E.O. Wilson, los seres humanos tienen una afinidad innata hacia la naturaleza y los seres vivos. Así que nuestro objetivo debe ser proporcionar momentos de conexión con la naturaleza, para que puedan formar un vínculo con ella. La palabra vínculo proviene del latín vincŭlum, que significa «atar» o «ligar», es la forma cómo podemos restablecer la interconexión entre personas y naturaleza. 

Este vínculo generalmente es permanente cuando surge en la infancia, nadie debería dejar de ser un niño sin antes subirse a un árbol, construir refugios con ramas, mezclar barro y flores para crear pócimas o dibujar en la arena. Como dice Mariana Matija, en esos momentos «la naturaleza entra en el paisaje interno de cada persona», es decir, las montañas que disfrutamos, los ríos que contemplamos y las flores que olemos se transforman en nuestro interior, convirtiéndose en parte de nosotros.

De esta manera, será difícil destruir la naturaleza ya que está dentro nuestro, como un componente de nuestro ser, en un lazo de interconexión entre lo que está dentro y lo que está afuera de nuestros cuerpos.

*Este columna de opinión fue publicada originalmente en Diario Sostenible.

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