Cada 17 de junio se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, una fecha que nos invita a pensar en algo que muchas veces damos por sentado y es el suelo bajo nuestros pies y el agua que sostiene la vida.
Cuando la tierra pierde su capacidad de producir alimentos o las lluvias escasean por demasiado tiempo, no solo se afectan los cultivos o el ganado, también se pone en riesgo el bienestar de comunidades enteras y el equilibrio de los ecosistemas.
Aunque estos problemas pueden parecer lejanos o muy grandes, lo cierto es que hay mucho que podemos hacer desde donde estamos. Nuestras decisiones cotidianas, en casa, en la ciudad o en el campo, sí marcan la diferencia. Aquí te compartimos algunas acciones simples, pero efectivas, que puedes comenzar a aplicar hoy mismo:
Acciones en la ciudad
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Cuida las áreas verdes de tu barrio. Plantar, regar y mantener jardines urbanos ayuda a conservar el suelo, captar agua de lluvia y refrescar el ambiente.

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Evita quemas domésticas. No quemes hojas, basura ni restos de poda, ya que estas prácticas degradan el suelo y contaminan el aire.
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Protege la cobertura vegetal. No remuevas innecesariamente la tierra ni destruyas plantas en parques, cerros o jardines; la vegetación actúa como una barrera natural contra la erosión.
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Participa en campañas de reforestación o limpieza. Contribuir en jornadas colectivas permite recuperar espacios degradados y crear conciencia en la comunidad.
Buenas prácticas en zonas rurales
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Rota los cultivos. Cambiar de cultivo en una misma parcela ayuda a mantener la fertilidad del suelo y evita su agotamiento.
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Usa abonos naturales. El compostaje y los fertilizantes orgánicos son aliados para enriquecer la tierra sin contaminarla.
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Instala barreras vivas. Cercos con árboles, arbustos o pastos ayudan a evitar que el viento o la lluvia arrastren el suelo fértil.

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Maneja adecuadamente el ganado. Controlar el sobrepastoreo previene la compactación del terreno y permite la regeneración natural.
En cualquier entorno
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Cuida las fuentes de agua. No contamines ríos, quebradas ni manantiales; su protección es clave frente a la sequía.
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Infórmate y comparte. Conversa en casa, en la escuela o el trabajo sobre buenas prácticas ambientales y promueve una ciudadanía activa.
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Súmate a iniciativas locales. Participar en comités ambientales, redes vecinales o grupos comunitarios es una forma directa de generar impacto positivo.
Un compromiso diario
La desertificación y la sequía no son problemas lejanos ni ajenos. Según la ONU, más del 40 % de las tierras del planeta ya están degradadas, lo que afecta directamente a la seguridad alimentaria, el acceso al agua y los medios de vida de más de 3.000 millones de personas. En Perú, regiones como Ayacucho, Piura o Apurímac ya sufren los impactos de estos fenómenos en sus cultivos y reservas hídricas.
Cuidar el suelo y el agua empieza por pequeñas acciones. Y hoy es un gran día para empezar.


