En un hecho que celebra la diversidad cultural y el poder de la perseverancia, Gianella Tayori Kiriguha, una joven mujer indígena de la etnia Harakbut, se graduó como docente de Educación Inicial por la Universidad Nacional Amazónica de Madre de Dios (UNAMAD). Su logro más significativo no solo fue la culminación de sus estudios, sino que parte de la sustentación de su tesis se realizó en idioma Harakbut, un gesto académico que resalta la memoria viva de las lenguas originarias.
En una entrevista exclusiva, Gianella compartió que su graduación es la prueba de su «valentía, fuerza y la voluntad para poder terminar y sobre todo de poder lograr mis sueños». Su historia es un reflejo de los desafíos que enfrentan muchos jóvenes indígenas, pero también de su compromiso con su comunidad.
La lucha por adaptarse y la perseverancia
Gianella relató que su camino hacia la graduación estuvo lleno de obstáculos, tanto económicos como sociales. Al llegar a la universidad, el temor al rechazo la intimidó. Sin embargo, encontró motivación en las palabras de un profesor que instó a los estudiantes a apoyarse mutuamente y a respetar la cultura de cada uno.
«Los estudiantes indígenas logran ingresar a la universidad, pero no la terminan. Simplemente se retiran», lamenta Gianella, quien se identifica con esta realidad. Ella misma tuvo que trabajar y estudiar para costear sus estudios, lo que la obligó a dejar su carrera por un año. Sin embargo, su determinación la hizo regresar. «No me he dejado, no he dejado la carrera. Pasó un año y continué», afirma, demostrando la resiliencia que ha forjado en su vida.

Un escudo cultural contra el impacto de la minería ilegal
La labor de Gianella como docente en su comunidad va más allá de un salón de clases; es una misión para proteger la identidad de su pueblo. Ella observa con tristeza cómo la esencia Harakbut se está perdiendo debido a los «distractores» de la minería, como el alcohol y otras costumbres que alejan a los jóvenes de sus tradiciones.
«Los niños ya no quieren hablar en su lengua materna y ya no quieren aprender los conocimientos ancestrales», advierte. Por ello, su visión como docente es trabajar en el fortalecimiento de la identidad, utilizando su labor para integrar la cultura Harakbut en la enseñanza. A través de juegos, cuentos y saberes ancestrales, busca que los estudiantes se sientan «orgullosos de dónde provienen porque es una riqueza que nosotros tenemos».
Un llamado al Estado y la Academia
A sus 20 años, Gianella Tayori se ha convertido en una voz que pide apoyo para las comunidades indígenas. Al Estado, le solicita que visite las escuelas y envíe psicólogos para ayudar a los jóvenes a no perderse en los problemas que trae la minería ilegal. A las universidades, les pide que formen docentes empáticos, que entiendan las dificultades de los estudiantes indígenas para adaptarse y que los acompañen en su proceso.
«Que se esfuercen y que luchen para que logren lo que ellos se han propuesto y sobre todo que no se olviden de su identidad», es el mensaje que Gianella deja a los jóvenes indígenas. Con su logro, Gianella no solo ha cumplido un sueño personal, sino que ha reforzado su compromiso de ser un ejemplo vivo de que la cultura Harakbut está presente, y que los conocimientos ancestrales, junto a la educación, son la mejor herramienta para construir un futuro de dignidad y orgullo.


