Las negociaciones para un tratado internacional que ponga fin a la contaminación por plásticos se han reanudado en Ginebra, marcando un momento histórico en la lucha global contra este flagelo. Más de 3700 participantes de 184 países y 619 organizaciones observadoras se han dado cita en la «segunda parte de la quinta ronda» del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-5.2).
El objetivo es crear un instrumento jurídicamente vinculante que aborde el problema desde la raíz. Como declaró Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA:
«La contaminación plástica ya está presente en la naturaleza, en nuestros océanos e incluso en nuestros cuerpos. Si continuamos por este camino, el mundo entero se verá inundado de contaminación plástica, con graves consecuencias para nuestra salud planetaria, económica y humana».
Andersen agregó que este futuro no es inevitable y que «acordar un tratado es el primer paso para combatir la contaminación plástica para todos, en todas partes».

Un desafío en el horizonte: Reducir la producción vs. gestionar los residuos
A pesar del consenso general sobre la necesidad de actuar, las negociaciones se enfrentan a un desafío significativo. Los países están divididos en dos grandes bloques:
- Un grupo, liderado por naciones productoras de petróleo como Arabia Saudita, Rusia e Irán, se opone a las restricciones a la producción de plástico y propone un enfoque centrado en el reciclaje y la gestión de residuos.
- Otro grupo, que incluye a más de 100 países (como los de la Unión Europea y la mayoría de las naciones en desarrollo), aboga por un tratado ambicioso que incluya objetivos vinculantes para reducir la producción de plástico virgen.
Mientras los delegados buscan puntos en común, la presión de la sociedad civil y las organizaciones ambientales es palpable. La urgencia se justifica con datos alarmantes: se estima que la producción de plástico podría triplicarse para 2060 si no se toman medidas. Este tratado, comparado en importancia con el Acuerdo de París, busca ser una solución integral que aborde todo el ciclo de vida del plástico, desde su fabricación hasta su desecho.
El mundo observa con atención, esperando que esta ronda en Ginebra sirva como el impulso necesario para superar los desacuerdos y sentar las bases de un futuro sin contaminación plástica.
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