Con el objetivo de reducir los conflictos entre los jaguares y las comunidades ganaderas en Madre de Dios, se instalaron más de 60 cámaras trampa en predios ganaderos para monitorear la presencia de estos felinos. Esta iniciativa, pionera en la región, busca fomentar la coexistencia armónica entre la fauna silvestre y las actividades humanas.
Se proyecta que esta acción se replique en las regiones de Pasco y Huánuco en los próximos años. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF Perú), se estima que para el año 2025, un mayor número de familias ganaderas implementarán medidas destinadas a mitigar los conflictos con la vida silvestre, contribuyendo así a fortalecer la conservación y la sostenibilidad en toda la región.
Este esfuerzo surge como respuesta a los posibles conflictos entre los jaguares y las comunidades ganaderas, los cuales surgieron luego de la adopción, hace cuatro años, de un nuevo modelo de ganadería regenerativa por parte de 250 familias. Esto permitió evitar la deforestación de 500 hectáreas durante este periodo. Sin embargo, este cambio ha llevado a interacciones negativas entre los felinos y el ganado.
Entre 2022 y 2023, se realizaron encuestas y talleres participativos en nueve comunidades ganaderas de la región con el fin de analizar los conflictos. Los resultados revelaron que 18 de 50 ganaderos reportaron ataques al ganado por jaguares o pumas. Además, se identificó que la infraestructura de los predios, incluyendo cercas, fuentes de agua e iluminación, favorece las interacciones adversas con estos felinos.
Estrategias antidepredatorias
En respuesta a estos hallazgos, se diseñaron estrategias en colaboración con los ganaderos locales. Estas incluyen la mejora de la infraestructura de los cercos, la instalación de luces disuasivas y la reasignación de espacios en los predios para reducir las zonas vulnerables a las interacciones entre el ganado y los felinos.
Fabiola La Rosa, Oficial de Vida Silvestre de WWF Perú, destaca que Madre de Dios es la primera región en adoptar medidas concretas para reducir el conflicto con el jaguar y que se está evaluando la posibilidad de expandir estas iniciativas a otras regiones.
Una ganadera participante del programa de coexistencia, Maritza Vargas, enfatizó que gracias al sistema de monitoreo y las escuelas de campo, su percepción sobre el jaguar ha cambiado. «Ahora somos conscientes de que hay más visitantes y somos nosotros los que hemos invadido su hábitat. Tenemos que darle espacio a nuestro vecino, el jaguar, para poder coexistir en armonía con él«, declaró.
Con estas medidas y el esfuerzo conjunto con las comunidades locales, se sientan las bases para un futuro donde la conservación y la ganadería se complementen, asegurando los medios de vida de las futuras generaciones en la Amazonía peruana.
