En el distrito de Pueblo Libre, en la ciudad de Lima, se encuentra un refugio para los amantes del café de origen y para aquellos que buscan descubrir los secretos detrás de cada grano. Finca Grandez es mucho más que una simple cafetería; es la culminación de un sueño impulsado por Magally Tello Grandez, que con un inquebrantable espíritu emprendedor, logró convertir su finca familiar en un referente dentro de la industria del café peruano.
El viaje de Magally Tello hacia la creación de Finca Grandez comenzó con una responsabilidad inesperada: la entrega de una finca en Amazonas por parte de su madre. Aunque Magally no había crecido ahí, este gesto despertó en ella un deseo de reconectar con sus raíces y con la tradición cafetalera que siempre estuvo presente en su familia.
“Yo siempre quise tener mi empresa, por eso cuando mi mamá me propuso sembrar café en las chacras que teníamos en Amazonas, yo le dije que sí, porque desde chiquitas nos ha gustado el café”, comenta Magally, recordando con nostalgia las encomiendas de café tostado, artesanalmente, que su abuela enviaba desde la región de Amazonas hasta Lima.
Sembrando sueños
En ese instante, Magally asumió el liderazgo del proyecto. Motivada por su interés en el café y su deseo de mejorar las prácticas en la finca, comenzó a capacitarse. Asistió a cursos, talleres y se rodeó de expertos que la guiaron en cada paso del proceso. “Empezamos con la siembra de café y yo me metí a cursos de catación, de cosecha, post cosecha, hasta que tuvimos la primera cosecha en el 2017”, comenta.
Su dedicación y pasión inspiraron a sus hermanas a unirse. Jessica Tello Grandez, quien trabajaba como profesora de educación inicial, decidió dejar su carrera para dedicarse por completo a la atención al cliente y a la supervisión de la cafetería. Ella es responsable de garantizar que cada cliente que entra en Finca Grandez experimente la calidez y dedicación que caracteriza su servicio.
Por su parte, Karina Tello Grandez equilibra su trabajo externo con la administración de la cafetería. Aunque su rol no es tan visible como el de sus hermanas, su apoyo es fundamental para el funcionamiento del negocio.
Mujeres en la industria del café
La madre de las hermanas Tello Grandez, María Grandez, es originaria de Rodríguez de Mendoza, Amazonas. Sus hijas la describen con palabras llenas de orgullo y admiración. “Nuestra mamá es una mujer trabajadora, activa, creativa, amante de las plantas y de la finca, tiene más energía que nosotras”, comenta Magally. Fue ella quien, desde temprana edad, les inculcó el amor por la tierra y el café, a pesar de que las hermanas no crecieron en la finca.
Esta conexión con sus raíces se convirtió en la base de Finca Grandez. Sin embargo, como mujeres, enfrentan desafíos y prejuicios en una industria dominada por hombres. “Nosotros somos la única familia de caficultoras, por mí, por mi mamá, por mis tías productoras, (…)”, comenta Magally.
En una de sus anécdotas señala que cuando llegó con algunas innovaciones a su vivero, sus vecinos le decían que no estaba realizando una buena inversión y que no sabía de chacra, “me subestimaban como mujer, pero por algo me metí a talleres, estuve interesada en capacitarme”, enfatiza muy enérgica.
Pero uno de los mayores retos es el trabajo físico en la finca, que requiere fuerza y resistencia. Sin embargo, Magally aprendió a apoyarse mutuamente con las productoras de Amazonas para superar estas dificultades. “Junto a mis tías, levantamos el café, no sé cómo, pero lo hacemos, por ese lado quisiéramos ser más fuertes, pero lo que es amor y pasión, de eso sí creo que lo tenemos más que los hombres”.
Finca Grandez: Un camino desafiante
La finca Grandez se encuentra en Mitopampa, un caserío remoto perteneciente al distrito de Chirimoto, en la provincia de Rodríguez de Mendoza, Amazonas. Llegar a este rincón de la selva alta no es una tarea sencilla. El recorrido comienza con un vuelo a Chachapoyas, seguido de un viaje de tres horas por carretera hasta Rodríguez de Mendoza, donde las curvas cerradas y los abismos ponen a prueba a cualquier viajero.
Desde allí, aún quedan dos horas más en vehículo hasta Mitopampa, un trayecto que Magally y sus hermanas añoran cuando, de niñas, el viaje final se hacía a caballo, tomando más de 12 horas para llegar a casa de sus abuelos.
Las dificultades no terminan con el trayecto. La infraestructura en la zona es limitada y el transporte del café desde las alturas es un desafío en sí mismo. Magaly y su familia han tenido que enfrentar las dificultades del terreno accidentado. “La gente sufre mucho, sobre todo los caficultores que venden en Rodríguez de Mendoza, tienen que pagar movilidad para transportar su café”.
Estas adversidades no han frenado su determinación, y a pesar de las dificultades, logran avanzar en la tecnificación de una hectárea de su finca, donde cultivan variedades como Catuai, Caturra y Obata. Esta última, una variedad resistente a la roya, es una apuesta segura para el futuro de la producción en la finca.
Un futuro sembrado en la tierra
Magally subraya la importancia de la capacitación para mejorar la calidad del café y obtener mejores precios. A menudo, recomienda a los productores locales que cuidar bien su producto es esencial para lograr un café de alta calidad que pueda ser valorado en el mercado.
Finca Grandez es mucho más que un negocio para las hermanas Tello Grandez. Es una manifestación de su identidad, del amor por su madre y de su deseo de preservar la tradición familiar, pero a su estilo. Magally, Karina y Jessica muestran que, a veces, una oportunidad que siempre estuvo a la vista puede convertirse en algo apasionante y sostenible si le pones tu personalidad y te diviertes en el proceso.