En el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Lima 2025, cuyo país invitado de honor es Italia, el artista urbano peruano Elliot Tupac ofreció un conversatorio en el Pabellón Italiano que se convirtió en un espacio de profunda reflexión sobre el arte, la sociedad y el diálogo. La charla, denominada «Triennale Milano, un espacio de encuentro entre Italia y Perú», contó con la participación de Elisa Giusti y fue presentada por Hernando Torres Fernández, director del Centro Cultural Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú.
La Triennale Milano, con cien años de historia, es un referente internacional en las artes decorativas, el diseño y la arquitectura. Este año, por primera vez, Perú contribuye a su legado en la 24.ª edición, titulada «Inequalities» (13 de mayo – 9 de noviembre de 2025), dedicada a las crecientes desigualdades en las ciudades y el mundo contemporáneo. Con el proyecto peruano «Relatos Chicha», la participación de Tupac se presenta como un espacio de diálogo, donde la palabra escrita adquiere una dimensión visual y transformadora.
Su obra expresa una visión artística que convierte el lettering en una herramienta de resistencia y orgullo colectivo, llevando la cultura popular peruana a la contemporaneidad y transformando las palabras en símbolos.
Para Tupac, su participación en este evento, inusual en su rutina, fue especialmente relevante. «Si hay algo que yo intento cada vez que me involucro en un proyecto es hasta qué punto el trabajo que yo desarrollo tiene una vinculación o la temática puede sugerir que el trabajo que yo hago en la calle también se le incluya en ese proyecto», afirmó. La temática central del pabellón italiano, «Desigualdad» (disuguaglianza en italiano), resonó profundamente con su estilo, que él mismo describe como una «mirada social desde un niño», heredada de la tradición artesanal y textil de su familia.
Del taller a la calle: El diseño como omnipresencia
El artista enfatizó la omnipresencia del diseño en la vida cotidiana. «Estrictamente todo es diseño, el micrófono, la silla, el mobiliario, los vidrios», mencionó, explicando cómo esta concepción lo llevó a sumergirse en la propuesta italiana. La experiencia de intervenir un espacio físico de casi un siglo de antigüedad, como el pabellón, fue para él un desafío y una oportunidad de trasladar a un nuevo lienzo lo que vive y experimenta en la calle.
«Yo necesitaba unos cuatro días anticipados para poder, digamos, pintar ese lienzo, esa tabla», recordó. Para Tupac, esta intervención no fue solo un acto creativo, sino una forma de «tejer vínculos y relaciones positivas». Curiosamente, a pesar de haber viajado por Europa, esta fue su primera vez en un proyecto directamente vinculado con Italia, un destino que siempre había anhelado. «Este es el momento donde se abre una puerta y esto va a significar que yo tenga que volver en otras ocasiones más», auguró, agradeciendo a la embajada y al equipo curatorial por la oportunidad.
La obra como diálogo en tiempos convulsionados
Elliot Tupac concibe su arte como una plataforma para el diálogo. «Mi intención siempre es enviar mensajes. Siento que en una sociedad con un tiempo que cada vez vive más convulsionada, donde las ideas son más extremas… intento que la intervención que yo pueda hacer tenga la voluntad y la intención de generar un diálogo», explicó. Para él, frases que invitan a la reflexión, como «Mucho por soñar» (título de un relato de su nuevo libro), buscan ofrecer una perspectiva lúdica y de esperanza frente a los problemas cotidianos.
El artista compartió una anécdota personal sobre su mural en un edificio de 21 pisos, el más alto que ha pintado. Una frase irónica de un transeúnte sobre «elegir ser feliz» lo llevó a una introspección profunda sobre cómo reinterpretar su vida y sus prioridades, un proceso que se reflejó en la obra. Para Tupac, sus murales son «metáforas» que, más allá de lo social, a menudo buscan explorar aspectos personales.
Los colores andinos y la lucha contra el prejuicio
Abordando la pregunta sobre el uso de los colores vibrantes en su obra, Tupac, nacido en el Valle del Rímac con fuerte influencia de la cultura huancaína por la herencia de sus padres artesanos, hizo una importante reflexión social. Lamentó cómo, en el pasado, «lo andino que era colorido» fuera visto «con desdén» por una sociedad fracturada y prejuiciosa, especialmente en la costa.
«Aniquilar la condición del color, por esa condición me parecía absurdo», sentenció. Destacó que el color es una contribución cultural global, con influencias asiáticas, que en Perú fue injustamente asociada solo a lo andino. Para Tupac, el color es un elemento vital, «psicológico», necesario para la vida.
También se refirió a la apropiación cultural, un tema delicado en el arte. Si bien considera que el arte es vivo y se transforma, enfatizó la necesidad de respeto en cualquier expresión artística que provenga de otras culturas. Lamentó algunos casos donde se ha perdido el cuidado y la consideración hacia el origen y los artesanos, subrayando que lo importante es construir vínculos respetuosos que permitan a las expresiones culturales seguir creciendo.
Elliot Tupac concluyó el conversatorio expresando su profundo agradecimiento por la oportunidad de participar en un espacio tan relevante. Afirmó que este proyecto busca «un punto medio» entre lo académico y lo urbano, tejiendo arte, diseño y una constante invitación al diálogo. «Cada uno tiene que hacer un pedacito, lo que puede, no hay un límite a eso», finalizó, reiterando que su obra busca ser una representación auténtica de su ser y de su compromiso con una sociedad más comunicativa y menos prejuiciosa.
