Es importante recalcar que el «estrés hídrico» no debe confundirse con el «déficit hídrico». En las últimas semanas, ambos términos están presentes en los medios de comunicación y en la opinión pública, ante la posible llegada del Fenómeno El Niño en los próximos meses. Y aunque parecieran términos similares, tienen diferencias que son importantes precisar.
¿Qué es el estrés y el déficit hídrico?
El estrés hídrico relaciona la cantidad de agua que es usada por las personas respecto de la cantidad de agua que produce una fuente. De esta manera el estrés hídrico mide cuánta agua se consume de esas fuentes cada año. Si la cantidad de agua consumida respecto de la que hay en la fuente es alta, podemos hablar de un estrés alto. Y si hay mucha agua en la fuente que permita cubrir la demanda, el estrés hídrico es bajo.
En cuanto al déficit hídrico, este se produce cuando la demanda de agua potable es mayor a la cantidad que tiene la fuente o que puede producir. Se refiere a una situación de desbalance en la que la demanda por agua es mayor a la oferta.
En síntesis, el estrés hídrico se presenta con el incremento del uso del agua de la fuente para cubrir la demanda, mientras que el déficit hídrico es cuando el recurso en las fuentes no es suficiente, lo que puede hacer que las empresas prestadoras (EP) brinden el servicio de agua potable con restricciones.
Cabe citar que la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass), monitorea las condiciones en las que las EP brindan los servicios de saneamiento en el país. Ello comprende la activación de sus planes de contingencia que permitirán mitigar los posibles daños que cause El Niño.
Son 30 EP que cuentan con más de S/ 500 millones en total para afrontar el FEN y garantizar de esta manera la continuidad del servicio de agua potable y alcantarillado.
Con estos fondos de inversiones, las empresas pueden financiar costos de operatividad y mantenimiento, prevención de daños y mitigación de impactos que estén vinculados directamente a la emergencia climática.