La Amazonía se convierte en una de las principales fuentes y centros de tránsito de las economías criminales en América Latina. De acuerdo a un informe de Amazon Watch, las organizaciones delictivas explotan el narcotráfico y la minería ilegal, afectando gravemente a las comunidades locales y al ambiente. La Amazonía peruana no es ajena a ello y es uno de los principales epicentros de este crecimiento.
Narcotráfico y minería ilegal
En Perú, el narcotráfico convirtió áreas remotas de la Amazonía en puntos clave para el cultivo de coca y la producción de cocaína. La investigación revela que «la mayor parte del cultivo de coca en la región amazónica tiene lugar en Perú», lo que permite a los narcotraficantes aprovechar los cientos de ríos y pistas clandestinas que atraviesan la selva para transportar drogas.
La minería ilegal de oro es otra economía ilícita que crece exponencialmente en Madre de Dios y Ucayali. Esta actividad es un motor de destrucción ambiental, arrasando bosques y contaminando ríos con mercurio a su paso. El documento explica que la minería ilegal en América Latina también se utiliza para blanquear dinero del narcotráfico y financiar la violencia con la que los grupos criminales controlan territorios y comunidades.
Reclutamiento forzoso, violencia y contaminación
Las repercusiones sociales de estas economías criminales son alarmantes. “En Perú, los narcotraficantes reclutan cada vez más a niños y niñas indígenas para trabajar en plantaciones de coca”, alerta Amazon Watch. Además, la persecución, intimidación y actos de violencia contra líderes indígenas son comunes en las áreas disputadas por los mineros.
También se resalta que en regiones donde los territorios indígenas están fragmentados y conectados a dinámicas urbanas, los mercados ilícitos se expanden rápidamente. Esto coloca a las comunidades en situación de gran vulnerabilidad. En zonas como Ucayali o Madre de Dios, donde las economías ilegales dominan, las comunidades indígenas son subsumidas o aisladas, y su capacidad para entrar o salir de sus territorios depende de su resistencia a estos grupos.
Además de la violencia, el impacto ambiental es devastador. Las economías ilegales, como la extracción de oro y la producción de cocaína, contaminan el suelo y el agua con sustancias químicas. El uso de mercurio en las minas ilegales altera los ríos y envenena el ecosistema, afectando plantas, animales y peces. Esto no solo perjudica a las comunidades locales que dependen de estos recursos, sino también a aquellas en regiones más alejadas.
¿Quiénes tienen el poder?
El informe indica que, en Tabatinga, exmiembros del grupo criminal Família do Norte (FDN) se unieron con nuevos reclutas de Colombia y Perú para formar la organización conocida como Os Cria. Este grupo toma de manera agresiva el control del narcotráfico y microtráfico en la región fronteriza entre Brasil, Colombia y Perú. Actualmente, controlan parte del tráfico de drogas que proviene de los puntos de recogida en la provincia peruana de Mariscal Ramón Castilla, en Loreto.
La investigación destaca que la limitada presencia del Estado y décadas de estrategias de seguridad fallidas generan un entorno ideal para la proliferación de este y otros grupos criminales en la Amazonía. Ante este escenario, las comunidades indígenas luchan por defender sus territorios mientras enfrentan constantes amenazas y riesgos que ponen en peligro sus propias vidas.
