viernes 05, diciembre 2025

Colémbolos: Los pequeños “ingenieros” del ecosistema con un rol clave en la sostenibilidad agrícola

Aunque casi invisibles a simple vista, estos artrópodos aceleran la descomposición de la materia orgánica y ayudan a mantener la fertilidad del suelo. En Perú, Jorge Luis Casanova impulsa su crianza como alternativa ecológica para la agricultura.

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Jorge Luis Casanova Huané, egresado de Biología, asistente técnico del Museo de Historia Natural de la Universidad Ricardo Palma y líder de la iniciativa «Colémbolos Perú», no es un coleccionista de mascotas comunes. Su pasión por los artrópodos lo llevó a convertirse en uno de los pocos criadores de colémbolos en el país, unos diminutos bichos que, a pesar de su tamaño, tienen un potencial enorme para la agricultura sostenible, el control biológico y la preservación del ecosistema.

Una pasión curiosa y un mercado inesperado

Casanova cuenta a Inforegión que su aventura con los colémbolos comenzó casi por casualidad en 2016. Un amigo, que trabajaba en un laboratorio, le ofreció una pequeña colonia de estos artrópodos que ya no necesitaba. Lo que empezó como un simple experimento por diversión, pronto se convirtió en un proyecto serio. «La información sobre su crianza era muy escasa en esa época. Decidí ver qué se podía hacer con esto», explica.

Su sorpresa llegó cuando, al responder a una consulta en un grupo de terrarios, descubrió una demanda inesperada. «Empecé a venderlos por un precio simbólico y me di cuenta de que había una gran necesidad de estos bichitos en diferentes grupos y hobbies». Así, de forma orgánica, nació un nicho de mercado en crecimiento, impulsado por aficionados a las mascotas exóticas como ranas venenosas (siempre adquiridas de forma legal), tarántulas y peces como los guppies y bettas, que los usan como alimento vivo.

Jorge Luis Casanova Huané y sus colémbolos. (Foto: Cortesía de Jorge)

¿Qué son los colémbolos y por qué son tan importantes?

Aunque a menudo se les confunde con insectos, los colémbolos son en realidad un grupo de artrópodos más antiguo. Estos diminutos «ingenieros» del suelo desempeñan un rol vital en la naturaleza. Según Casanova, su función principal es acelerar la descomposición de materia orgánica como hojas, madera y hongos.

Una de sus características más notables es su capacidad de saltar, lo que hacen para escapar del peligro gracias a una estructura llamada fúrcula. Además de su curiosa habilidad, los colémbolos son indicadores ambientales sensibles: su presencia y población son un reflejo directo de la salud del suelo, ya que son muy delicados a cualquier cambio brusco en su entorno.

El futuro sostenible de la agricultura peruana

El rol de los colémbolos va más allá de un simple hobbie. Casanova destaca su potencial en la agricultura y la seguridad alimentaria.

«Su principal factor es el reciclaje de nutrientes», afirma. Al descomponer la materia orgánica, mejoran la estructura y la fertilidad del suelo, ayudando a las plantas a crecer de manera más saludable.

Para Jorge Luis, su trabajo con los colémbolos ha sido una experiencia gratificante, no solo por lo que ha aprendido, sino por el impacto positivo que ha visto en la vida de otras personas. (Foto: Difusión)

El uso de colémbolos en el compostaje y como control biológico de hongos dañinos podría reducir significativamente la dependencia de los fertilizantes y agroquímicos, lo que no solo abarcaría costos para los agricultores, sino que también contribuiría a una producción de alimentos más segura y sostenible para el país.

El reto de la formalización y la difusión

A pesar de sus beneficios, el mercado de colémbolos en Perú aún es incipiente. Casanova, pionero en la materia, reconoce que son muy pocas las personas dedicadas a esta crianza, y lo hacen principalmente como un pasatiempo.

Formalizar y escalar esta actividad presenta desafíos significativos, como el tiempo y el espacio necesario para mantener las colonias en un ambiente controlado (con la humedad y temperatura adecuadas) y el conocimiento técnico que se requiere. «Es complicado, sí, pero sería una meta a la cual me gustaría llegar», comenta Casanova, quien sueña con expandir su crianza y compartir su conocimiento para que más peruanos vean en estos «pequeños bichos» una alternativa ecológica para sus huertos y jardines.

Para Jorge Luis, su trabajo con los colémbolos ha sido una experiencia gratificante, no solo por lo que ha aprendido, sino por el impacto positivo que ha visto en la vida de otras personas. Con su proyecto, invita a todos a redescubrir «el gran tesoro que esconde el suelo de nuestro hermoso país».

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