Santiago, Chile. La reciente inclusión de la pregunta de autoidentificación afrodescendiente en el Censo 2024 de Chile marca un hito de gran relevancia, no solo para el país, sino para toda la región. Los primeros resultados revelan que 174.190 personas, equivalentes al 0,9% de la población, se reconocieron como afrodescendientes, con mayor concentración en el norte del territorio. Al presentar estas cifras, Fabiana del Popolo, de la División de Población del CELADE-CEPAL, subrayó tanto su valor histórico como los desafíos que plantea contar con esta nueva información.
Un retorno histórico: De la cuantificación a la visibilidad
Del Popolo recordó que la población de origen africano sí figuró en los censos de la época colonial, pero con un objetivo muy diferente al actual. Esos registros buscaban cuantificar la mano de obra esclavizada o incluso justificar políticas de «blanqueamiento». Sin embargo, bajo la ideología del mestizaje en el siglo XX, la población afrodescendiente «desapareció» de las estadísticas oficiales.
La experta explicó que la reaparición de estas preguntas en los censos no fue una iniciativa de los institutos de estadística, sino el resultado de las luchas de los movimientos afrodescendientes en América Latina. Estos movimientos vieron en el censo una herramienta no solo técnica, sino fundamentalmente política para su visibilidad y reconocimiento. A medida que avanzaban los años, más países de la región han ido incorporando la pregunta, siendo Chile y República Dominicana los últimos en sumarse a esta ola en la ronda de censos de 2020.
La importancia de la participación y los desafíos futuros
Fabiana del Popolo subrayó el acierto de Chile al haber trabajado de manera participativa con las organizaciones afrodescendientes. Este enfoque permitió legitimar las preguntas y, crucialmente, incluir categorías de autoidentificación que tienen un significado local, como «Moreno de Azapa», que no existirían en otros países.
Mirando hacia el futuro, la experta identificó varios desafíos clave. El primero es la necesidad de mantener la participación de las comunidades afrodescendientes en todo el proceso de producción de datos. El censo se realiza cada diez años, pero la información sobre la población afrodescendiente debería incluirse en otras fuentes estadísticas como la CASEN (Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional) y los censos económicos y agropecuarios.
Lo que los datos permitirán analizar
Del Popolo destacó que los resultados del Censo 2024 ofrecen una oportunidad única para la profundización de estudios sobre la población afrodescendiente de Chile. La base de datos permitirá analizar en detalle:
- Vivienda y condiciones socioambientales: Estudiar el acceso al agua, saneamiento y el hacinamiento.
- Dinámica demográfica: Analizar las estructuras por edad y cómo la autoidentificación se relaciona con variables como el sexo y la edad.
- Procesos migratorios: Caracterizar a los migrantes afrodescendientes en Chile y analizar sus condiciones de vida en comparación con el resto de la población.
- Brechas en la educación y el empleo: El censo permitirá profundizar en las desigualdades que existen, por ejemplo, en la educación superior y la inserción laboral.
- Derechos colectivos y territoriales: La información censal, combinada con datos históricos, puede ayudar a identificar territorios de ocupación histórica para avanzar en la titulación de tierras.
Fabiana del Popolo concluyó su intervención subrayando que estos datos son fundamentales para la creación de políticas públicas universales y de acción afirmativa. La información estadística se convierte en una herramienta para la promoción de derechos y para combatir el racismo sistémico, al dar la base para demostrar la desigualdad y la necesidad de intervenciones específicas que, hasta ahora, eran imposibles de implementar en ausencia de datos.
