El café peruano volvió a destacar a nivel internacional. La Cooperativa Ecológica de Mujeres Cafetaleras de Villa Rica (Cemcavir) obtuvo la medalla “Oro Gourmet” en la categoría “Doux Végétal” del XI Concurso Internacional de Cafés Tostados al Origen, organizado por la Agencia para la Valorización de Productos Agrícolas (AVPA), en París.
La cooperativa, conformada por 70 socias, cultiva café de especialidad entre los 1500 y 1900 metros sobre el nivel del mar, dentro de la Reserva de Biosfera Oxapampa Asháninka Yánesha, en la región Pasco.
Producción con estándares sostenibles
Cemcavir trabaja bajo un modelo de producción ecológica, que prioriza el respeto al medio ambiente y el control de calidad en todas las etapas del cultivo. Esta iniciativa recibe asistencia técnica y comercial de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), como parte de su estrategia de desarrollo alternativo.
El acompañamiento de Devida incluye capacitaciones y articulación con mercados nacionales e internacionales, en un esfuerzo por generar ingresos sostenibles para las familias cafetaleras y prevenir la expansión del narcotráfico en la zona.

Expansión internacional
La cooperativa fue impulsada desde sus inicios por Tania Andrade, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las productoras y asegurar precios justos por su café. Actualmente, Cemcavir exporta su producto a países europeos.
“Exportamos a Alemania y ahora estamos exportando a Francia con la empresa Malongo”, afirmó Lily Farfán, representante de la cooperativa.
Para potenciar la productividad y rentabilidad del café orgánico, Devida, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y Cemcavir firmaron un acuerdo tripartito. Esta alianza busca fortalecer la cadena de valor del café mediante iniciativas enfocadas en la conservación de la biodiversidad y el impulso del desarrollo alternativo.
Impacto en la comunidad
Desde su fundación, Cemcavir ha contribuido al fortalecimiento de la economía lícita en Villa Rica, consolidándose como una alternativa productiva y sostenible en una región históricamente vulnerable al cultivo ilegal de hoja de coca.
El reconocimiento obtenido en París representa un respaldo a este modelo cooperativo liderado por mujeres, basado en la calidad del producto, la sostenibilidad y el comercio justo.


