Desde Pichari, un distrito cusqueño ubicado en la zona del Vraem, Rosaura Laura lidera una empresa familiar que integra saberes ancestrales, ciencia y biodiversidad. La marca, Juan Laura – The Chocolate Farmer, rinde homenaje a la trayectoria de sus padres y al cacao sembrado por su familia desde los años setenta. Con cepas puras de cacao, premios internacionales y una finca ecológica, su historia demuestra que en el campo no solo se cultiva la tierra: también se cultivan futuros.
Volver al cacao después del conflicto
Rosaura creció rodeada de cacao, inmersa en una herencia valiosa que marcó el rumbo de su vida. Hoy, ingeniera agrónoma y especialista en recursos genéticos, decidió retomar el trabajo de más de 50 años de su padre, el cacao, y convertirlo en el eje de su vida y en una empresa familiar. “Nuestra idea era poner también en vitrina el trabajo del agricultor”, dice. En 2017 nació la marca que lleva el nombre de su padre y la historia del cacao sembrado en Pichari desde los años setenta.
Durante el conflicto armado interno, años de trabajo fueron arrasados: las parcelas familiares quedaron destruidas. La necesidad de subsistir llevó a su familia a recurrir al cultivo de coca. “Tener parcelas de coca ha sido una necesidad del momento”, explica Rosaura. Cuando la época del terror llegó a su fin, la familia tomó una decisión firme: dejar la coca atrás y volver a su origen, el cacao.
“Observamos que no es sostenible, no es amigable y no te da dignidad.” Así empezaron de nuevo, sembrando con paciencia, con memoria y con la mirada puesta en el futuro.

Ciencia y herencia para cultivar futuro
El tiempo pasó y Rosaura dejó Pichari para estudiar en la Universidad Nacional Agraria La Molina. Con el título en mano, decidió regresar a su tierra. La herencia, para Rosaura, no es algo material: es el saber, el amor por la naturaleza y la vida en ella, todo lo que sus padres le enseñaron. El cacao le ha permitido educarse, desarrollarse y trabajar como consultora internacional. Pero, sobre todo, le ha permitido reconectarse con su origen.
Desde la finca familiar, Rosaura lidera un proyecto que apuesta por una ciencia que se mezcla con los saberes ancestrales: la ciencia al servicio de la naturaleza. En colaboración con su padre, han desarrollado cepas puras de cacao nativo y logrado rescatar especies en peligro. Además, han diseñado protocolos que dan como resultado un chocolate capaz de ganar premios en el Perú y en el extranjero.
“El cacao es como el vino: hay que fermentarlo para desarrollar toda la complejidad de sabores y aromas”, afirma.
Su finca es ecológica, y en ella conviven aves, monos y frutos. El objetivo final es la recuperación de los suelos, para poder seguir sembrando sin causar daño. “Queremos que mucha más gente pueda cultivar como nosotros cultivamos, protegiendo el ambiente”, asevera Rosaura. Esta vocación los ha llevado a recibir voluntarios y practicantes, con el fin de que su modelo pueda ser replicado en todo el Perú.
Desde el Vraem han transformado la historia con una empresa familiar que nace del amor profundo por la tierra y el trabajo colectivo.

Reconocimientos
Juan Laura – The Chocolate Farmer ha sido reconocido con diversos premios. En 2019 Juan Laura fue reconocido como mejor productor de cacao del Perú según la lista Summum. En 2023, la empresa ganó una medalla de bronce en los International Chocolate Awards por su chocolate oscuro al 70%. En el Concurso Nacional de Chocolate Peruano 2024, obtuvo una medalla de plata por su chocolate oscuro con carambola, y dos medallas de bronce: una por su chocolate oscuro Special Selection JL-2 y otra por su chocolate oscuro al 100%, una categoría que, según los jurados, es especialmente difícil de evaluar.
*Esta y otras historias se encuentran disponibles en la Revista digital del Salón del Cacao y Chocolate 2025. Accede a ella aquí.


