Hoy 14 de febrero, es la fecha indicada para conmemorar las formas y tradiciones de cortejo que forman parte de la cultura peruana. Siendo una nación con una rica costa, las cosmovisiones de los pescadores han trascendido para poder participar en la unión de personas.
En esta ocasión, compartiremos en Inforegión, una crónica hecha por Fondepes que relata una historia de un pescador artesanal de Chorrillos y su actual pareja. Aquí se narra las costumbres que mantienen los pescadores para conquistar a la mujer que les atrae.
Pablo y Roxana
Pablo Vásquez tiene 65 años y casi a los 60 conoció el amor. Lo encontró en el lugar donde había pasado casi toda su vida, frente al mar de Chorrillos. De aquello, hace más de siete años. Un día, luego de culminar su jornada de pesca, regresó al desembarcadero y en el puesto de comida de siempre le atendió una muchacha que él no había visto nunca. La nueva integrante del staff del restaurante era Roxana Santos (45). Le atrajeron su amabilidad y su sonrisa.
Desde aquel día, las visitas de Pablo se hicieron más frecuentes y luego de percibir que Roxana se mostraba receptiva a sus halagos, decidió dar el siguiente paso. Una tarde le hizo la pregunta que podría llevarlos a ser algo más que amigos, se armó de confianza, y a la mitad de una de sus conversaciones le preguntó, “¿cuál es tu pescado favorito?”.
La Chita
Los pescadores artesanales, que pertenecen a la generación de Pablo, aún conservan la tradición de regalar un pescado como gesto de cortejo a las mujeres que despiertan su interés y su corazón. Este gesto no solo es muestra de admiración, sino también un símbolo de su habilidad como pescador.
Roxana, sin muchas expectativas, le respondió que su pescado favorito era la chita, una especie que en aquella época se encontraba escasa. Al amanecer del día siguiente, Pablo alistó su chalana y se adentró en el mar en búsqueda de aquel tesoro.
A las seis de la mañana llegó a la orilla de la isla donde se pescaba la chita. Lanzó sus anzuelos, esperó un par de horas, pero el pez no picaba. Sin embargo, Pablo no desistió y cerca a las diez de la mañana uno de sus cordeles se tensó y desde él emergió el pez plateado. Fue lo único que pescó aquella fría mañana de invierno.
Cuando Roxana vio a Pablo llegar con la chita en los brazos supo que él era el hombre indicado. Lo miró emocionada y le agradeció el gesto, ese día comió chita frita con pan, café y salsa criolla.
Junto a la olas
Aquel regalo marcó el inicio de una nueva etapa en la relación de Pablo y Roxana. Ella empezó a ver en él a un hombre capaz de sacrificarse con tal de hacerla feliz. Desde aquel día pasó un mes para la primera cita y un año para el primer beso.
Ahora, producto de aquel amor que surgió junto a las olas, tienen un hijo de cuatro años, muchas anécdotas juntos y una cevichería. La única vez que se han separado fue el año pasado cuando Pablo viajó por un mes a Paita para llevar el curso “Mantenimiento de Motores Fuera de Borda” que dictó el Fondo Nacional de Desarrollo Pesquero (Fondepes). Se extrañaron demasiado.