El aguajal de Quistococha, un ecosistema amazónico ubicado cerca de Iquitos, ha dejado de funcionar como un sumidero de carbono, una de las funciones ecológicas más importantes para mitigar el cambio climático. Esta pérdida de capacidad se debe a las recientes variaciones climáticas que afectan a la región, según un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) en colaboración con científicos de Estados Unidos. Los resultados del estudio fueron publicados en la revista Geophysical Research Letters.
El aguajal de Quistococha, dominado por la palma Mauritia flexuosa (aguaje), desempeñó durante años un papel crucial en la captura de carbono. Entre 2018 y 2019, este ecosistema absorbía alrededor de 460 gramos de carbono por metro cuadrado cada año. Sin embargo, en 2022, los investigadores comprobaron que el aguajal ya no estaba captando CO₂ de manera significativa, registrando un balance casi neutro en su captura de carbono. Este cambio no se debió a actividades humanas como la tala o la quema, sino a factores climáticos.
El impacto de la fotoinhibición y las condiciones climáticas extremas
El estudio sugiere que la causa de esta disminución en la absorción de carbono es la fotoinhibición, un fenómeno en el que las plantas reducen su actividad fotosintética debido al estrés ambiental. En este caso, la combinación de suelos secos y una alta irradiación solar durante el año 2022 generó las condiciones para que las plantas del aguajal no pudieran realizar una fotosíntesis eficiente, lo que afectó su capacidad para fijar carbono. Este fenómeno subraya la creciente vulnerabilidad de los ecosistemas amazónicos ante el cambio climático.

Preocupaciones sobre el futuro de las turberas amazónicas
El Dr. Jeffrey Wood, autor principal del estudio e investigador de la School of Natural Resources de la Universidad de Missouri, señaló que la pérdida de la capacidad de captura de carbono en un ecosistema que no ha sufrido alteraciones humanas significativas es preocupante. «El hecho de que un ecosistema sin grandes alteraciones humanas pierda su rol ecológico esencial solo por efecto del clima resulta alarmante», indicó Wood, destacando que las turberas amazónicas son más sensibles al cambio climático de lo que se había estimado previamente.
Las turberas amazónicas, como el aguajal, almacenan carbono durante miles de años, lo que contribuye al equilibrio climático global. Sin embargo, el estudio advierte que, si se intensifican los períodos de sequías y de alta radiación solar debido al cambio climático, estos ecosistemas podrían pasar de ser sumideros de carbono a emisores de CO₂, lo que agravaría aún más el calentamiento global.
Monitoreo y colaboración internacional
El IIAP lleva desde 2017 registrando el comportamiento del aguajal de Quistococha a través de su estación «Sitio de Monitoreo Intensivo de Carbono – Quistococha (SMIC-Q)», que utiliza sensores para medir los flujos de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, el metano y el vapor de agua. Este sitio forma parte de la red internacional de monitoreo AmeriFlux, un esfuerzo colaborativo entre diversas instituciones científicas globales.
La investigación cuenta con la participación de instituciones internacionales, como el USDA Forest Service, la Universidad de Missouri, la Universidad de Minnesota y la Universidad Estatal de Arizona, lo que subraya la importancia de la cooperación científica para abordar los efectos del cambio climático a nivel global.


