jueves 04, diciembre 2025

Producción orgánica avanza, pero plaguicidas aún dominan la agricultura peruana

El 3 de diciembre se conmemoró el "Día del No Uso de Agroquímicos y la Promoción de la Agricultura Orgánica", y se creó para sensibilizar sobre los impactos negativos de los en la salud y el ambiente.

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*Por: Fabricio Martinez, voluntario de Clima de Cambios

En Perú, esta fecha remarca la urgencia de reducir el uso de agroquímicos en la agricultura y fortalecer los sistemas orgánicos. En esa línea, existe normativa como la Ley N.º 29196 (2008) de promoción de la producción orgánica, la cual tiene entre sus objetivos contribuir a la seguridad alimentaria, la conservación de los ecosistemas, y la mejora de la calidad de vida de productores y consumidores. La conmemoración surge de iniciativas de actores internacionales y locales, como la Red de Acción en Plaguicidas (PAN), que denuncian los efectos nocivos de los agroquímicos y abogan por alternativas sostenibles como la agricultura orgánica o agroecológica.

El sentido del 3 de diciembre

A nivel global, se estima que cada año se aplican aproximadamente 4.6 millones de toneladas de plaguicidas químicos en la agricultura. Para controlar estos impactos, el Perú ha ratificado el Convenio de Rotterdam (1998) y el Convenio de Estocolmo (2001), que regulan la importación y eliminación de plaguicidas peligrosos.

A nivel nacional, la Ley N.º 29196 establece como uno de sus objetivos «fomentar y promover la producción orgánica para contribuir con la superación de la pobreza, la seguridad alimentaria, y la conservación de los ecosistemas y de la diversidad biológica». También se define esta producción como una «alternativa de desarrollo económico y social». Sin embargo, en gran parte del ámbito rural peruano, sigue predominando la agricultura convencional, basada en el uso intensivo de agroquímicos.

Aunque existen avances normativos y experiencias exitosas en producción orgánica, la realidad muestra que la agricultura convencional sigue predominando en el campo peruano. Esta situación se caracteriza por un uso excesivo y descontrolado de agroquímicos, debido a una fiscalización insuficiente y a la falta de capacitación técnica.

Según un informe técnico de Concytec (2023), el 26 % de las muestras de frutas y verduras analizadas en Lima y Callao contenía residuos de plaguicidas por encima de los límites permitidos, incluyendo sustancias prohibidas, lo que evidencia un uso poco regulado de estos insumos, y representa un riesgo constante para la salud pública y el ambiente.

Entre 2001 y 2009, el número de productores orgánicos en Perú se multiplicó por siete y la superficie certificada creció dieciocho veces, alcanzando 445 mil hectáreas. (Foto: Difusión)

Plaguicidas y salud pública

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los plaguicidas están entre las principales causas de muerte por autointoxicación en países de ingresos bajos y medios. También señala que pueden generar intoxicaciones agudas y efectos crónicos, como cáncer y trastornos reproductivos.

En Perú, la FAO advierte que los trabajadores agrícolas muchas veces manipulan plaguicidas sin la debida protección, lo que incrementa los riesgos de intoxicación ocupacional. Además, los residuos en alimentos y agua también representan un peligro para consumidores vulnerables, como niños y mujeres embarazadas.

Estas cifras evidencian que el uso de plaguicidas no es solo un asunto técnico, sino también una preocupación de salud pública. Cuando los insumos se manejan sin protección adecuada o terminan en alimentos, el riesgo alcanza tanto al productor como al consumidor. Frente a ello, resulta necesario promover prácticas agrícolas más seguras que protejan la salud sin comprometer la productividad ni el bienestar de quienes trabajan la tierra.

Daños al ambiente

Los agroquímicos afectan la biodiversidad, contaminan el agua y deterioran los suelos. Algunos plaguicidas pueden permanecer activos en el ambiente durante años, impactando especies que no son plagas y alterando el equilibrio de ecosistemas enteros. Esto se traduce en la pérdida de polinizadores como las abejas, la disminución de microorganismos beneficiosos y la degradación progresiva de los suelos. Frente a ello, la agricultura orgánica se presenta como una alternativa sostenible: busca estabilizar los agroecosistemas a través de procesos naturales. Asimismo, según la FAO, la agricultura orgánica ayuda a conservar la fertilidad del suelo, proteger la diversidad biológica y mantener servicios ecológicos esenciales.

Desafíos de lo orgánico

Según la FAO, entre 2001 y 2009, el número de productores orgánicos en Perú se multiplicó por siete y el área certificada creció dieciocho veces, alcanzando unas 445 mil hectáreas. Actualmente, productos como café, cacao, quinua y banano orgánico peruano tienen una fuerte presencia en el mercado internacional. En esa línea, la legislación peruana busca fortalecer este tipo de producción para mejorar la calidad de vida de las familias rurales.

No obstante, la certificación puede ser costosa, y muchos agricultores necesitan apoyo técnico y financiero para lograr una conversión efectiva hacia lo orgánico. Este proceso implica no solo cambiar métodos de cultivo, sino también adaptarse a nuevas exigencias de trazabilidad, infraestructura y capacitación continua. Para muchos pequeños productores, especialmente en zonas rurales con escasos recursos, esta transición no es viable sin acompañamiento del Estado o de programas de cooperación.

Por ello, más allá de las metas comerciales, fortalecer la agricultura orgánica requiere una política pública sostenida que democratice el acceso a sus beneficios y no excluya a quienes más podrían beneficiarse.

Acciones para el cambio:

Entre las principales acciones necesarias están:

  • Reforzar la fiscalización de plaguicidas peligrosos y aplicar la normativa internacional.
  • Capacitar en manejo integrado de plagas y control biológico, para reducir el uso de agroquímicos.
  • Establecer incentivos económicos para pequeños productores que adopten prácticas sostenibles.
  • Promover el consumo de alimentos orgánicos mediante sellos nacionales y compras públicas sostenibles.

Conclusión:

El 3 de diciembre no es solo una fecha simbólica: es un llamado a mirar con más atención lo que cultivamos, cómo lo hacemos, y qué cosechamos y consumimos. Los datos muestran con claridad que el uso intensivo de agroquímicos en el Perú sigue generando riesgos evitables para la salud, el ambiente y la economía rural. Frente a ello, la agricultura orgánica no es una utopía, sino una alternativa posible y necesaria, ya respaldada por leyes y experiencias exitosas. Avanzar hacia un modelo agrícola más sostenible implica decisión política, apoyo técnico y compromiso ciudadano. ¡Cuidar la tierra es también cuidar la vida de quienes la trabajan, y de quienes la habitan y viven de ella!

*Lee la nota original, aquí.

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