jueves 04, diciembre 2025

Lima es sede de reunión global que define medidas para asegurar cultivos frente al cambio climático

Delegaciones de más de 150 países evalúan acuerdos para proteger la diversidad agrícola y reforzar la seguridad alimentaria ante los crecientes riesgos climáticos. El encuentro también pone en valor el aporte de las comunidades y agricultores que conservan las semillas que sostienen los sistemas alimentarios del planeta.

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Perú abrió el 24 de noviembre la XI Reunión del Órgano Rector del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, un espacio que reúne hasta el 29 de noviembre a representantes de más de 150 países. La inauguración marca un hecho inédito para Latinoamérica y convierte a Lima en un punto clave para las decisiones globales en torno a la seguridad alimentaria. Allí se definen lineamientos que buscan garantizar que la diversidad de cultivos continúe disponible para enfrentar un futuro más incierto y vulnerable al cambio climático.

Desde su apertura, la discusión se centró en la urgencia de proteger las semillas, no solo como patrimonio biológico, también como base para la resiliencia alimentaria. Su conservación determina qué, cómo y cuánto podrán producir las próximas generaciones. En un contexto de tensiones climáticas y riesgos crecientes para los sistemas alimentarios, este encuentro coloca el tema en el más alto nivel de cooperación internacional.

Ciencia, innovación y saberes para fortalecer la seguridad alimentaria

Durante la ceremonia inaugural, la viceministra de Políticas y Supervisión del Desarrollo Agrario, Carmen Vega Guerrero, remarcó el papel estratégico del país en el diálogo global. “Esta reunión será una oportunidad única para mostrar cómo la ciencia, la innovación y el conocimiento ancestral de nuestras comunidades pueden converger en beneficio de la humanidad. Nuestro país es uno de los principales centros de biodiversidad del mundo, reconociendo los esfuerzos de nuestras comunidades y agricultores en la conservación de los recursos fitogenéticos”, señaló.

El énfasis estuvo en la necesidad de unir investigación científica, prácticas agrícolas tradicionales y cooperación entre Estados para reforzar la seguridad alimentaria mundial. Para los organizadores, el valor de las semillas no radica solo en su conservación física, también en la gestión del conocimiento que las ha mantenido vivas durante siglos.

El encuentro también incorporó la perspectiva de las comunidades que sostienen la agrobiodiversidad desde sus territorios. (Foto: Difusión)

Un sistema alimentario resiliente depende de decisiones multilaterales

El director general adjunto de la FAO, Godfrey Magwenzi, destacó el impacto que tendrán los acuerdos que se adopten durante esta semana. “La decisión que el Órgano Rector tome esta semana para mejorar el sistema va a tener repercusiones amplias en la biodiversidad, la producción mundial de alimentos y la resiliencia de nuestros sistemas agroalimentarios. En tiempos de incertidumbre es aún más importante que el Tratado sea guiado por cooperación y solidaridad. Tenemos que pensar en los mil millones de personas que se verán beneficiadas o no por lo que hagamos”, afirmó.

Las negociaciones girarán en torno al acceso equitativo a los recursos genéticos, la distribución de beneficios y el fortalecimiento del sistema multilateral, pilares clave para garantizar que todos los países puedan seguir adaptando sus cultivos a nuevos desafíos.

Biodiversidad, cadenas de valor y sostenibilidad

Desde la perspectiva del país coorganizador, Suiza hizo un llamado a reforzar los vínculos entre conservación y economía alimentaria. “Los recursos genéticos no son solo la base de la producción agrícola, sino también de la innovación y de la industria alimentaria. Por eso, en Suiza trabajamos activamente con procesadores, distribuidores y minoristas para que los cultivos tradicionales y subutilizados encuentren un lugar en las cadenas de valor”, sostuvo Christian Hofer, director de la Oficina Federal de Agricultura.

La propuesta suiza abre un debate central para la seguridad alimentaria: cómo integrar la diversidad agrícola en mercados modernos sin perder su identidad, y cómo generar incentivos para que los cultivos nativos se mantengan vivos en un mundo que tiende a uniformar sus alimentos.

La voz de quienes protegen las semillas

El encuentro también incorporó la perspectiva de las comunidades que sostienen la agrobiodiversidad desde sus territorios. La joven activista quechua Ruth Mamani, representante de la Asociación de Guardianes de Papa Nativa del Perú (Aguapan), recordó el valor cultural y alimentario de estos recursos.

El desafío es asegurar que la base genética de los alimentos sea lo suficientemente robusta y diversa para sostener un sistema alimentario global más seguro, resiliente y justo para todas las poblaciones. (Foto: FAO)

 “Nosotros, los hijos e hijas de los guardianes hemos crecido entre la siembra y la cosecha, y los aprendizajes que vienen de nuestros padres y abuelos. Por ello, nuestro objetivo es apoyar y visibilizar el trabajo de Aguapan y levantar la voz para hablar de lo que nos preocupa y defender los derechos de nuestros guardianes y guardianas, el cuidado del medioambiente y la conservación de las semillas nativas, que son el legado más valioso que nosotros tenemos”, expresó.

Los jóvenes guardianes insistieron en que la protección de estos recursos solo es viable si se trabaja con justicia social y reconocimiento real a los pueblos que han resguardado los cultivos que sostienen la dieta mundial.

Un compromiso para el futuro alimentario del planeta

Como país anfitrión, el Perú reafirmó su rol como uno de los principales centros de biodiversidad del mundo y su compromiso con la conservación de los recursos fitogenéticos. Las sesiones continuarán con delegados, organizaciones internacionales, academia y comunidades indígenas, quienes analizarán mecanismos para garantizar un acceso justo a las semillas, una repartición equitativa de beneficios y la protección de los derechos de los agricultores.

El desafío es asegurar que la base genética de los alimentos sea lo suficientemente robusta y diversa para sostener un sistema alimentario global más seguro, resiliente y justo para todas las poblaciones.



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