La tortuga verde, una de las especies más emblemáticas de los océanos, ha dejado oficialmente de estar en la categoría «En Peligro». Según la más reciente actualización de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), su categoría cambió a “Preocupación menor”. Este avance representa un importante logro para la conservación marina a nivel global.
Durante siglos, la tortuga verde fue cazada por su carne, sus huevos y su caparazón, lo que llevó a su población al borde de la desaparición en la década de 1980. Desde entonces, múltiples iniciativas internacionales, desde patrullas en playas de anidación hasta la prevención de capturas accidentales en redes de pesca, contribuyeron a su recuperación.
“La actual recuperación global de la tortuga verde es un poderoso ejemplo de lo que la conservación global coordinada durante décadas puede lograr para estabilizar e incluso restaurar las poblaciones de especies marinas longevas”, declaró Roderic Mast, copresidente del Grupo de Especialistas en Tortugas Marinas de la Comisión de Supervivencia de Especies de la UICN.
Estos resultados reflejan el impacto positivo de las acciones sostenidas en el tiempo. Sin embargo, los expertos recuerdan que la especie aún enfrenta amenazas importantes. La contaminación marina, la pérdida de playas de anidación y el cambio climático siguen afectando su reproducción y supervivencia. En lugares como la isla Raine, en la Gran Barrera de Coral (Australia), se ha reportado una disminución en el éxito reproductivo por el aumento de temperaturas y la erosión costera.

Todavía en riesgo
Aunque su nueva categoría en la Lista Roja representa una victoria, la UICN advierte que las poblaciones de tortuga verde siguen siendo mucho menores que las existentes antes de la colonización europea y del uso intensivo de la especie. Por ello, el organismo subraya que su protección debe mantenerse activa.
Las tortugas verdes, que pueden alcanzar un metro de largo y pesar hasta 150 kilos, desempeñan un rol esencial en los ecosistemas marinos. Según el Fondo Nacional de Desarrollo Pesquero, estas tortugas “actúan como podadoras de pasto marino o algas en el océano”, ayudando a recircular nutrientes y favoreciendo la producción de oxígeno en el mar.
En el Pacífico Este, su distribución se extiende desde el sur de California, en Estados Unidos, hasta Copiapó, en Chile. En el caso del Perú, la mayoría de sus poblaciones provienen de las islas Galápagos.
Un panorama desigual para otras especies
La actualización de la Lista Roja, presentada durante el Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN en Abu Dabi, no solo trajo buenas noticias. De las 172 620 especies evaluadas, 48 646 se encuentran en peligro de extinción.
En el Ártico, por ejemplo, algunas especies de focas atraviesan un panorama alarmante. La foca capuchina pasó de “Vulnerable” a “En peligro”, mientras que las focas barbudas y focas arpa ahora se consideran “Casi amenazadas”.

“Cada año en Svalbard (Noruega), el retroceso del hielo marino revela la amenaza que enfrentan las focas árticas, lo que les dificulta reproducirse, descansar y alimentarse. Su difícil situación es un duro recordatorio de que el cambio climático no es un problema lejano; lleva décadas desarrollándose y está teniendo impactos aquí y ahora”, afirmó Kit Kovacs, copresidente del Grupo de Especialistas en Pinnípedos de la UICN.
Un logro que exige continuidad
El caso de la tortuga verde demuestra que los esfuerzos de conservación coordinados pueden revertir incluso situaciones críticas. No obstante, su recuperación no debe entenderse como el fin de su protección, sino como una señal de que la acción sostenida y global puede marcar la diferencia.
La historia de esta especie, alguna vez al borde de la extinción, se convierte hoy en un recordatorio esperanzador: con compromiso y cooperación internacional, aún es posible salvar la vida marina que sostiene el equilibrio de nuestros océanos.


