A simple vista, la pava aliblanca (Penelope albipennis) parece una ave serena, pero su historia es una de resistencia. Durante casi un siglo se le creyó extinta, hasta que en 1977 fue redescubierta en los bosques secos del norte del Perú. Desde entonces, su conservación se convirtió en símbolo de esperanza para los ecosistemas de Lambayeque, Piura y Cajamarca, donde aún sobrevive pese a la caza ilegal y la pérdida de su hábitat.
En Olmos, a unas dos horas y media de Chiclayo, la Asociación Crax Perú lidera un esfuerzo clave para evitar su desaparición. Con autorización del Estado, mantiene un zoocriadero especializado en la reproducción ex situ de esta especie única en el mundo. Su objetivo: asegurar una población genética viable que permita reintroducirla en su entorno natural.
“Esta especie emblemática está a punto de desaparecer, y centros de cría como este son claves para su futura reintroducción. La pava aliblanca es la guardiana del bosque seco, porque al desplazarse largas distancias y excretar semillas, ayuda a regenerar de manera natural árboles y arbustos de este ecosistema”, explica Freddy Palas, coordinador del Osinfor en Chiclayo.
Un proceso lento y delicado
El trabajo de conservación no es sencillo. Al recorrer el centro, se observan recintos diseñados para cada etapa del desarrollo: reproductores, juveniles y polluelos. Entre algarrobos y zapotes, las aves descansan sobre troncos del bosque seco, su entorno natural. “No descansan sobre cualquier madera. Reconocen su hogar”, comenta Jhon Pérez, especialista de fauna y responsable del zoocriadero.

La pava aliblanca tiene un ritmo biológico distinto al de otras aves. Solo se reproduce una vez al año, y de cada puesta de dos o tres huevos, suele sobrevivir un único polluelo. Ese pequeño necesitará al menos dos años para alcanzar la madurez y reproducirse. “El trabajo que realizamos consiste en formar nuevas parejas reproductivas para salvar a esta especie. Actualmente, contamos con 98 ejemplares registrados. El manejo se hace a través de apareamiento natural, emparejamiento por selección e incubación artificial”, precisa Pérez.
Educación y compromiso local
Más allá del trabajo de cría, Crax Perú impulsa programas de educación ambiental en comunidades cercanas a los bosques donde la pava aún habita. El objetivo es sensibilizar a la población sobre la importancia de protegerla y evitar su caza. “Además de la educación ambiental, trabajamos con ayuda del Serfor y el Osinfor en la asistencia técnica, a fin de garantizar el bienestar de esta especie emblemática de nuestro bosque seco, y la actualización del libro de operaciones para asegurar el origen legal de los ejemplares”, añade el representante del centro.
El Osinfor, por su parte, supervisa el cumplimiento del plan de manejo y brinda acompañamiento técnico constante. Su labor busca asegurar que los ejemplares se mantengan en buenas condiciones y que el proceso de conservación contribuya efectivamente a la recuperación de la especie.


