Un grupo de comuneros de la Comunidad Nativa de Nueva Unión, en el distrito de Sepahua, ha iniciado patrullajes periódicos en sus bosques para proteger su territorio de posibles amenazas. Equipados con localizadores GPS, botas y equipo de camping, estos comuneros se internan en la selva durante dos semanas con el fin de detectar actividades ilegales o eventos naturales que puedan afectar la biodiversidad de la zona.
Waldir Pizango, presidente del Comité de Vigilancia de los Bosques de Nueva Unión, lidera estos patrullajes. En sus palabras, la misión es clara: «Sin bosque no hay vida. Este territorio nos da alimentos, plantas medicinales y un futuro para nuestras poblaciones». Pizango señala que, aunque el esfuerzo es arduo, es necesario para asegurar un futuro sostenible para sus hijos y para las futuras generaciones.
Un programa de conservación integral
Este patrullaje forma parte de una estrategia más amplia implementada por el Programa Bosques del Ministerio del Ambiente (Minam), que trabaja con las comunidades nativas para apoyar la protección de sus ecosistemas. A través del Programa de Inversión Forestal (FIP Perú), el Minam ha capacitado a los comuneros y les ha proporcionado equipamiento para fortalecer la vigilancia de sus territorios.

En el caso de Nueva Unión, se han destinado más de S/ 292 000 en planes de negocio sostenibles, lo que permitirá la conservación de más de 5500 hectáreas de bosque. El objetivo es lograr un equilibrio entre la protección del ambiente y el desarrollo económico de las comunidades.
Sistema de alerta temprana
El Programa Bosques también ha implementado un sistema de alerta temprana mediante su plataforma Geobosques, que permite monitorear la pérdida de cobertura boscosa en tiempo real. Cuando se emite una alerta sobre una posible amenaza, los representantes zonales informan a los líderes de las comunidades, quienes organizan los patrullajes para investigar la causa de la alerta. Las amenazas pueden ser fenómenos naturales como la caída de árboles debido a lluvias intensas o actividades ilegales como la tala no autorizada.
Una vez que los patrulleros verifican el origen de la alerta, recogen pruebas y las reportan al Programa Bosques para su evaluación y respuesta oficial.
Impacto y alcance
Hasta la fecha, el Programa Bosques ha trabajado con 112 comunidades nativas en todo el país, beneficiando a pueblos indígenas en 8 regiones del Perú. Además, más de mil personas de 12 pueblos indígenas han recibido capacitación en monitoreo y vigilancia, como parte de los esfuerzos de conservación apoyados por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.

En la provincia de Atalaya, 49 comunidades nativas y una organización de base (PUB) conservan aproximadamente 430 000 hectáreas de bosques. Estas acciones reflejan el creciente compromiso de los pueblos indígenas en la lucha contra la deforestación y la conservación de los recursos naturales.
Un modelo de conservación comunitaria
La experiencia de Nueva Unión es un ejemplo de cómo las comunidades locales están tomando un papel activo en la protección de sus territorios. Este enfoque basado en la vigilancia y el monitoreo constante no solo contribuye a la conservación de la Amazonía, sino que también asegura el bienestar y la sostenibilidad de las generaciones futuras.
Como concluye Pizango: «Queremos que nuestros hijos estudien, sean profesionales y futuros líderes que protejan nuestro ambiente».


