En 2015, Leduvina Polonio León y un grupo de seis mujeres del caserío La Curva, en Castillo Grande, provincia de Leoncio Prado, apostaron por el plátano para sacar adelante a sus familias. Así nació D’Curva, un proyecto que comenzó con la elaboración de chifles de manera artesanal, utilizando leña y herramientas rústicas.
La situación en La Curva era desafiante. Según Leduvina, el cacao no producía como se esperaba debido a la altitud y la roya. “La cosecha del plátano era más eficiente que la del cacao en ese entonces, pero no había mercado”, explica. Las mujeres decidieron actuar, apoyándose mutuamente para generar ingresos que también beneficiarían a sus familias.
Al inicio, las ventas eran locales y sin etiquetar, mientras experimentaban con ingredientes innovadores como la pituca. “Los primeros compradores fuimos nosotras mismas”, comenta Leduvina.
El apoyo de Foncodes
En 2016, el Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (Foncodes) llegó al caserío, brindando talleres y apoyo financiero. Gracias al beneficio, D’Curva pudo adquirir herramientas modernas como cocinas a gas, rebanadoras y mesas adecuadas para la producción. Esto marcó un punto de inflexión para el emprendimiento. “Ya no trabajábamos con leña, y teníamos una máquina para rebanar los plátanos. Fue un gran cambio”, destaca Leduvina.
Con estas mejoras, D’Curva pudo participar en ferias locales y regionales, promoviendo sus productos en nuevos mercados. “Foncodes nos trajo a las ferias, y así comenzamos a ser más visibles”, explica.
En 2019, se formalizaron como empresa bajo el nombre de D’Curva, gracias al consejo de un contador. “Sacamos nuestro RUC”, comenta Leduvina. Este paso les permitió crecer y alcanzar nuevos clientes, aunque las dificultades no cesaron.
Agroideas y productos innovadores
En 2021, D’Curva se trasladó a Castillo Grande para mejorar las condiciones de producción, formalizándose como una cooperativa con 28 socios. Ese mismo año, postularon al programa Agroideas para financiar su expansión, logrando el apoyo en 2022 tras presentar un plan detallado. “Logramos el plan gracias al equipo técnico, que nos visitó y capacitó en nuestras chacras”, recuerda Leduvina.
Con los S/122 000 obtenidos, adquirieron maquinaria avanzada como una deshidratadora, una pulverizadora y una selladora industrial. También innovaron en sus empaques y diversificaron su oferta, introduciendo productos como chifles con cecina, ají charapita y mixtos. “Cada año buscamos innovar y mejorar nuestros productos”, afirma Leduvina.
Entre las nuevas propuestas está una salsa natural elaborada con charapita, cocona y sachaculantro, que ha ganado aceptación en mercados de Lima y la selva central. Además, trabajan en productos más picantes como el ají charapita encurtido. “Todo es natural, sin químicos, y cumple con los estándares requeridos”, asegura.
Impacto de D’Curva
La participación en ferias nacionales ha sido clave para el crecimiento de D’Curva, permitiéndoles posicionarse en mercados más amplios. “Estamos agradecidos con las municipalidades y el Gobierno Regional que nos invitan a las ferias”, dice Leduvina, destacando el esfuerzo colectivo de socios y colaboradores.
Hoy, D’Curva es un ejemplo de emprendimiento comunitario liderado por mujeres. La cooperativa ha logrado transformar la economía de La Curva, mejorando la calidad de vida de sus socios. “No somos muchos, pero cada socio aporta algo valioso”, enfatiza Leduvina.
El futuro de D’Curva incluye seguir innovando en productos y fortalecer su presencia en mercados nacionales. Con una visión de desarrollo sostenible, planean continuar trabajando en conjunto para alcanzar nuevas metas. “Gracias a Agroideas y a quienes creyeron en nosotras, seguimos avanzando”, concluye Leduvina.
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