Jiliat Zambrano, destacado actor, director y dramaturgo cusqueño, ha fallecido. Su vida y obra dejaron una huella imborrable en el teatro peruano, especialmente en la promoción y desarrollo del teatro campesino andino. Su legado va más allá de las fronteras nacionales, posicionándose como una figura en la historia del teatro latinoamericano.
Visionario y valiente, Zambrano, junto a su grupo «Amauta», desafió los cánones del teatro convencional al apostar por una representación fiel de la realidad y vivencias de los campesinos andinos. Sus obras, escritas tanto en quechua como en castellano, abordaban temas sociales y políticos con humor y sátira, denunciando injusticias y promoviendo una conciencia crítica.
El atrevido acto de representar obras de teatro campesino en la Plaza de Armas de Cusco, ataviado con trajes tradicionales como el Ukuku y recitando en quechua, rompió las barreras estéticas de su época y amplificó las voces de los campesinos en un espacio público elitista.
Con una profunda capacidad de conexión con el público a través de un lenguaje sencillo y cercano, la obra más conocida de Zambrano, Hatun Juez, se convirtió en un referente del humor andino.
Además de su influencia en el teatro, Zambrano participó en diversas películas peruanas como El forastero, Yawar fiesta, Tupac Amaru, y La vida es una sola. Su talento y dedicación lo consolidaron como uno de los actores más importantes de su generación.
Jiliat Zambrano no solo fue un artista excepcional, sino también un auténtico maestro, inspirando a generaciones de actores y dramaturgos. Su partida deja un vacío inmenso en el teatro peruano, pero su legado perdurará en sus obras y en los corazones de quienes tuvieron la fortuna de conocerlo y trabajar con él.
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