En el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), un total de 2 430 familias de pueblos originarios están liderando un cambio trascendental hacia el desarrollo sostenible, impulsado por las iniciativas de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida).
Gracias a este esfuerzo, 82 comunidades nativas han adoptado prácticas agrícolas que no solo diversifican sus economías, sino que también refuerzan su capacidad para proteger el ambiente. Devida ha proporcionado asistencia técnica en 2 199.5 hectáreas destinadas al cultivo de cacao y café, productos clave de la economía lícita en la región y con alta demanda en el mercado internacional.
Economías lícitas y sostenibles
Este apoyo ha sido fundamental para que las comunidades asháninkas, ashéninkas, nomatsigengas y kakintes, reconocidos como guardianes ancestrales de la biodiversidad en el Vraem, puedan preservar y mejorar sus modos de vida, al tiempo que salvaguardan sus territorios ancestrales.
La estrategia de Devida no se limita únicamente a mejorar las capacidades agrícolas de estas comunidades. También incluye el desarrollo de unidades acuícolas, dedicadas a la cría y producción de peces, y apícolas, enfocadas en la crianza de abejas y la producción de miel. Estas iniciativas están generando nuevas fuentes de ingreso y ampliando las oportunidades económicas para las familias.
Además, el fortalecimiento de las organizaciones comunales y la asociatividad entre los productores han sido piezas clave para mejorar la calidad y el valor de los productos locales. Con el apoyo de profesionales y especialistas, estas comunidades están siendo capacitadas para enfrentar los desafíos del mercado moderno, sin renunciar a su identidad cultural.
¿Por qué estos avances son importantes?
Este enfoque integral no solo busca mejorar las condiciones económicas de las comunidades, sino también ofrecer una alternativa sostenible frente a las actividades ilícitas que históricamente han afectado la región. Al proporcionar herramientas y conocimientos para elevar la calidad de sus productos y acceder a nuevos mercados, se están sentando las bases para un futuro más estable y próspero en el Vraem.
Este modelo de desarrollo, que fusiona la preservación cultural con la innovación económica, podría convertirse en un referente para otras regiones que enfrentan desafíos similares. El Vraem está demostrando que es posible construir un futuro sostenible, respetando las tradiciones ancestrales mientras se aprovechan las oportunidades del mundo moderno.