La contaminación por plásticos en la Amazonía es de 12 millones de toneladas al año que se arrojan al río, señaló hace unas semanas el ecologista David Landa en una entrevista. Una cifra que refleja la poca cultura recicladora que tenemos en el país; sin embargo, hay iniciativas que desde el corazón de la selva peruana vienen trabajando para fomentar el reciclaje y contribuir con la economía circular.
Ichick Kabil, que significa pequeña pero correcta idea para el cambio, es un ejemplo de eso. Este emprendimiento, que ya tiene cinco años en el mercado, viene trabajando de la mano con los pobladores, otras empresas privadas y el gobierno local, con la finalidad de evitar que los cartones, plásticos, papeles y otros vayan a los ríos y bosques. “Es una huella ecológica bastante fuerte”, señaló a Inforegión, el fundador Emiliano Sánchez.
Inicios del reciclaje
Hace cinco años, Emiliano se dio cuenta que la gente tiraba demasiada basura a los ríos y comenzó de a pocos a reciclar plásticos, cartones, papeles y otros.
“Hoy, trabajamos directamente con cerca de 30 familias y estamos desde Caballococha -frontera tripartita- hasta Pucallpa (Ucayali)”, nos cuenta orgulloso porque su pequeño negocio creció muy rápido.
Huella ecológica
Si bien son pequeñas huellas en favor de la conservación de la Amazonía, muestras como esta son ejemplos de que se puede vivir y contribuir con el medio ambiente. El año pasado pudieron recolectar cerca de 1100 toneladas de material evitando que se vayan a los ríos. Este año, esperan cerrar con más de 1400 toneladas.
Lo interesante de este proyecto es que el material reciclado que no es vendido a las empresas embotelladoras o papeleras, se trabaja para generar nuevos recursos como es el caso de una construcción de biblioteca o un gimnasio al aire libre.
Proyectos ecoamigables
La comunidad de Bretaña, ubicada en la provincia de Requena, se encuentra cerca a la Reserva Nacional Pacaya Samiria y tiene una población de aproximadamente 2000 pobladores. Ante la necesidad que existía por crear nuevas áreas en beneficio de los pobladores, se organizaron y con apoyo de empresas privadas y el Gobierno local recibieron la donación de 10 toneladas de material reciclado.
“El material también fue recuperado del río. Fue un trabajo con la comunidad, ya que ellos estuvieron durante todo el proceso. Los capacitamos con las máquinas para que puedan crear el ecoplet block. Después de más de tres meses ya se habían construido el gimnasio eco amigable y la biblioteca”, finaliza.
Emprendimientos como Ichick Kabil se necesitan más en un país donde la concientización sobre el reciclaje es muy pobre. Sin embargo, si diversos actores sociales como ciudadanos, empresas privadas, organismos independientes y Estado se unen, no habría duda de que le ganaríamos a la contaminación ambiental. El primer paso se está dando.