A vísperas de las festividades de San Pedro y San Pablo el pasado fin de semana, se llevó a cabo una ceremonia oficial en la que participaron el alcalde del distrito de Chazuta, provincia de San Martín, Walter Sangama Saurín, junto con los regidores y funcionarios, así como el colectivo Los Balseros Ancestrales. En este evento, se entregó al pueblo chazutino una réplica de una balsa auténtica, similar a las que se utilizaban desde el siglo XVIII en los ríos de la Amazonía peruana.
Wilian Gallegos Arévalo, originario de Tarapoto pero de corazón chazutino, es el fundador del colectivo Los Balseros Ancestrales. Él informó que la balsa fue construida por Alberto Guerra Salas, residente del distrito, utilizando la madera de «topa» (Ochroma pyramidale), conocida técnicamente como «palo de balsa». Esta madera es porosa, lo que permite que la balsa flote durante semanas sin hundirse.
Un transporte ancestral
Gallegos Arévalo explicó que la balsa era esencial para los pueblos ribereños de la selva, ya que se usaba para transportar personas y productos a otras partes de la Selva baja. “Eran viajes de ida sin retorno, debido a la estructura de la embarcación, que no permitía navegar ríos salvo en grandes lagunas, como se ha observado en el armajal Rimachi en el Pastaza”.
Se construía uniendo las topas, aseguradas con travesaños de “bolaina”, una madera que le daba gran estabilidad. Su diseño permitía acomodar la carga, una tulipa para cocinar y un área para dormir. “Era el transporte típico para llevar ganado, barbasco y siringa al mercado de Iquitos.
“El pueblo de Chazuta recibió con alegría esta réplica, un recordatorio de tiempos románticos que el Colectivo Balseros Ancestrales busca recuperar para preservar la tradición cultural de este encantador pueblo”, señaló Gallegos Arévalo.
Los Balseros Ancestrales
El colectivo Los Balseros Ancestrales está formado por ciudadanos de comunidades ribereñas como Chazuta, Shapaja y Cuñumbuqui. Su misión es promover el turismo ancestral, evitar la extinción del árbol de Topa (endémico de la región San Martín) y mediante la cultura de los viajes en balsa, destacar la importancia de los ríos amazónicos.
Explorar el Bajo Huallaga ofrece nuevas experiencias y un espíritu renovado: juventud, optimismo y una apreciación profunda por los dones de la naturaleza, que muchos no valoran y que son destruidos por la falta de visión de las autoridades.
“Regresar de un viaje entre Chazuta y Achinamiza, en el Pongo de Aguirre, rejuvenece el espíritu. Es una experiencia en una naturaleza exuberante, con rocas talladas durante siglos y árboles frondosos que vimos por primera vez hace décadas. Es como revivir el primer amor adolescente. Nos emocionamos al ver casitas escondidas entre la arboleda”, expresó Willian Gallegos Arévalo.