En el corazón de la selva central en Perú, las comunidades asháninkas enfrentan una lucha constante contra los incendios forestales que amenazan sus hogares y su forma de vida. Como sucede en diversos territorios indígenas del Perú, la relación del fuego con las comunidades, como en el caso de las asháninkas, está adherida a su cultura.
“El fuego, ancestralmente, las comunidades indígenas lo han utilizado para pescar, para comer, para hacer agricultura. El fuego explica lo que es seguridad alimentaria”, explica Ángel Pedro Valerio, presidente de la Central Asháninka del Río Ene (CARE).
Sobre Paamari
Sin embargo, lo impredecible de las actuales temporadas de sol y lluvias, producto de la crisis climática, convierte al fuego en una amenaza. Ante esto, la estrategia Paamari, que significa fuego en asháninka, liderada por la CARE, surge como un esfuerzo para prevenir y mitigar los incendios.
“Establecida en 2019 con un horizonte temporal de 10 años, se centra en prevenir y mitigar incendios, mientras destaca el valor cultural y vital del fuego en las comunidades asháninkas”, explicó Antonio Sancho, coordinador de Paamri y miembro del equipo técnico de CARE.
La estrategia implementó una serie de programas y componentes para abordar este desafío. Esto incluye el monitoreo de focos de calor y la formación de Comités de Vigilancia y Control Forestal Comunitario (CVCFC), lo que permite preservar más de 242 000 hectáreas de bosque tropical a lo largo de la cuenca del Río Ene, áreas vitales para el sustento de más de 5000 familias asháninka.
Comités de Vigilancia Forestal Comunitario: Guardianes del Bosque
Los Comités de autodefensa (CAD) de las 45 comunidades nativas de la CARE ampliaron sus funciones para incluir las responsabilidades propias de los CVCFC, como lo establece el artículo 148 de la Ley n° 29763. Esto implica identificar incendios, prevenir su propagación y, en la medida de lo posible, combatirlos directamente.
Según Antonio Sancho, coordinador de Paamari, estos comités reciben una formación especializada en la Escuela CARE/Paamari, donde se imparten módulos mensuales estructurados pedagógicamente. Estos módulos se basan en la propuesta curricular del Servicio Forestal de los Estados Unidos (USFS).
Hasta la fecha, 170 miembros de comités están inscritos y formándose en esta escuela, que está programada para concluir su primera promoción en octubre de este año. Estos comités representan un esfuerzo vital en la protección de los bosques asháninkas y la prevención de incendios forestales en la región.
Urgencia de la prevención y monitoreo
A pesar de los esfuerzos de Paamari, los incendios forestales siguen siendo una amenaza persistente. En 2023, se registraron 22 incendios en la cuenca del río Ene. Según reportes de la CARE, entre 2020 y 2023, los incendios forestales dejaron más de 16 000 hectáreas de cicatrices en las comunidades nativas de la cuenca del río Ene.
Asimismo, la falta de prevención y el cambio climático plantean desafíos significativos para las comunidades asháninkas, cuya supervivencia está intrínsecamente ligada a la salud de sus bosques. «El Estado peruano también debe comprometerse para que los incendios forestales no nos sigan afectando más y dejen de exterminar nuestro territorio», señaló Ángel Valerio, presidente de la CARE.
En una realidad cargada de adversidades, el monitoreo satelital del fuego y las tareas de prevención representan no solo una posibilidad de solución, sino una necesidad urgente para la supervivencia de estas comunidades en la selva central del Perú.
El desafío del cambio climático
La Organización Meteorológica Mundial (OMM), quien registra el 2023 como el año más cálido, evidenciando los crecientes desafíos del cambio climático, estima que para este 2024 la temperatura será mayor. En este contexto, los incendios forestales han cobrado una importancia crítica, afectando no solo al ambiente sino también la subsistencia de las comunidades indígenas.