Hoy, 29 de mayo, celebramos el 51 aniversario del establecimiento del Parque Nacional del Manu (PNM), un hito histórico en la protección de la biodiversidad y la cultura en Perú. Desde su fundación en 1973, este parque, situado en las provincias de Paucartambo en la región Cusco y Manu en el departamento de Madre de Dios, es un refugio invaluable que alberga una diversidad de ecosistemas, especies de flora y fauna, así como comunidades indígenas ancestrales.
Con más de 1.7 millones de hectáreas, el parque abarca desde las profundidades de la selva baja hasta las cumbres andinas, resguardando numerosas especies endémicas y en peligro de extinción. En 1977, la Unesco lo declaró Reserva de Biosfera, y en 1987 obtuvo el título de Patrimonio Natural de la Humanidad.
En la zona núcleo del parque se ubica la Estación Biológica de Cocha Cashu, dedicada a investigaciones tanto ecológicas como antropológicas, mientras que en las zonas circundantes se desarrollan actividades sostenibles, turismo y educación ambiental.
Además de su riqueza natural, el Manu es hogar de diversas comunidades indígenas como los Matsiguenka, Yora, Mashco-Piro, Harakmbut, Wachipaeri y Yine, quienes habitan estas tierras ancestrales desde tiempos inmemoriales. La preservación de su riqueza cultural es una prioridad en la gestión del parque. En sus límites se encuentran la Reserva Territorial Kugapakori, Nahua, Nanti y otros, el Santuario Nacional Megantoni y la Reserva Comunal Amarakaeri.
Orígenes y esfuerzos iniciales
Antes de ser designado como Parque Nacional, el área del Manu se estableció como bosque nacional en 1963, sentando las bases para lo que hoy conocemos como el PNM. Los primeros esfuerzos por su establecimiento se remontan a finales de la década de 1960, cuando académicos y ambientalistas impulsaron su creación. En 1968, se reserva el área para el futuro Parque Nacional del Manu. Un año después comenzaron las obras de construcción de los primeros puestos de vigilancia: Panahua y Tayakome. Finalmente, un 29 de mayo de 1973, su establecimiento fue oficializado mediante un decreto supremo.
Gustavo Ruiz, ingeniero forestal y figura clave en la protección del PNM, compartió con Inforegión su primer encuentro con este tesoro natural, al que dedicó casi 30 años de su vida. Durante este tiempo, fue testigo de su evolución y luchó incansablemente por su preservación. Como estudiante de la Universidad Nacional Agraria La Molina en ese entonces, Ruiz recuerda cómo llegar al parque fue toda una odisea, reflejando los desafíos logísticos de la época. Un viaje que hoy toma alrededor de 9 horas en bus desde Cusco, para Gustavo fue de un mes.
«Había que esperar camiones locales que llevaban cilindros de gasolina por Cusco, pero no llegaban porque era época de lluvias. La carretera era de un solo sentido, habían días para entrar y días para salir y cuando había derrumbe se podía quedar ahí seis o hasta quince días sin poder pasar”, relata Gustavo sobre su primer viaje al Manu en enero de 1973, cuando aún era una zona reservada.
Ante la espera, tuvo que buscar con sus compañeros dónde dormir y comer durante varios días, movilizándose por distintas zonas, hasta que finalmente llegó el camión y se embarcaron en la aventura.
Parque Nacional del Manu en la década de 1970 – 1980
Dos años después de su llegada, Gustavo Ruiz se unió al proyecto del PNM bajo la Dirección de Conservación de la Dirección General Forestal y de Fauna Silvestre. Trabajó en la implementación de sus bases y fue testigo del significativo crecimiento del parque hasta su partida. Cuando recién llegó, había solo tres guardaparques, pero para 1980 señala que ya se habían instalado “siete puestos de vigilancia, cada uno con cuatro o cinco guardaparques, lanchas con motores, camiones, habían grupos electrógenos, cocinas y equipos de radio”. Ruiz destaca el apoyo del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en los inicios de la gestión del parque.
No obstante, aunque algunos consideraron al PNM como un área de estudio y preservación, otros lo vieron como una oportunidad de «desarrollo», lo que lo llevó a enfrentar desafíos desde sus inicios. Durante la década de 1980, el expresidente Fernando Belaúnde impulsó la construcción de la carretera Marginal de la Selva y la interconexión de las cuencas del Ucayali y Madre de Dios. Una expedición en el buque Stiglich terminó en confrontación con el grupo indígena Mashco-Piro. Esto resultó en una intervención militar y la muerte de dos indígenas, lo que generó un fuerte cuestionamiento en la época.
En este contexto, se formó el Comité de Defensa del Parque Nacional del Manu, presidido por Gustavo Ruiz. Esta campaña de defensa fue asumida por la Asociación Peruana para la Conservación de la Naturaleza (Apeco). Fue en la década de 1980 cuando conceptos como «biodiversidad» y «conservación» trascendieron su uso exclusivo por la comunidad científica y se integraron en la gestión y discusión pública gracias a la participación de diversos actores. Términos que hoy son indispensables al referirnos a áreas naturales protegidas.
Gustavo Ruiz, uno de estos actores clave, dedicó sus tesis de pregrado, maestría y doctorado a la investigación y gestión del PNM, las cuales se convirtieron en referentes para su estudio en la actualidad. Otros actores destacados en la conservación de este patrimonio natural incluyen a Marc Dourojeanni, Manuel Ríos y Carlos Ponce.
Desafíos actuales
Hoy en día, el Parque Nacional del Manu enfrenta una serie de desafíos que podrían comprometer su conservación a largo plazo. La deforestación, impulsada por la expansión agrícola y la tala ilegal, es una de las principales amenazas alrededor del parque, especialmente en la Reserva Comunal Amarakaeri, ubicada en la frontera. En 2015, el Proyecto Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) identificó nuevas parcelas deforestadas a solo 1.1 km del límite del parque.
“Entre los peligros externos regionales, el más poderoso es la construcción de las carreteras que rodean al Parque. En muchos casos, se realizan sin ningún control y al margen de la ley. Ahora mismo existen carreteras de este tipo acercándose al Parque. Hay, por ejemplo, una colindante que pasa por la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Amarakaeri”, señalan Marc Dourojeanni y Hauke Hoop en una publicación de la Sociedad Zoológica de Fráncfort (SZF).
Como se recuerda, a finales de 2023, la propuesta de incluir la carretera Boca Manu-Boca Colorado como un proyecto «de interés nacional» generó un intenso debate. Entidades estatales, la sociedad civil y organizaciones indígenas, como la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), exigieron que se respetara su visión y protección del territorio. Tras fuertes críticas, fue descartada. La vía iba a tener una influencia directa sobre áreas protegidas, al pasar cerca o sobre sus zonas de amortiguamiento. Estas eran la Reserva Comunal Amarakaeri, Reserva Territorial Madre de Dios y el Parque Nacional del Manu.
Minería ilegal y comunidades indígenas
Aunque no hay evidencia de esta actividad dentro del Parque Nacional del Manu, sí la hay en sus alrededores. Según MAAP, entre octubre de 2012 y octubre de 2016, la minería deforestó 12,500 hectáreas en la amazonía peruana sur. La mitad de ellos ocurrieron en las zonas de amortiguamiento de tres áreas protegidas: Reserva Nacional Tambopata, Parque Nacional Bahuaja Sonene, y Reserva Comunal Amarakaeri.
La minería ilegal también causa contaminación por mercurio, con graves daños para la salud humana y el medio ambiente. En mayo de 2016, la situación fue tan alarmante que el Gobierno peruano declaró una emergencia de salud pública debido a la contaminación por mercurio en gran parte del departamento de Madre de Dios, incluidos los distritos dentro del Manu.
Además de los problemas ambientales, las comunidades indígenas del PNM enfrentan dificultades en salud, educación y administración territorial. En enero de 2024, las organizaciones Fenamad y Coharyima instaron al Gobierno a abordar integralmente los desafíos que enfrentan los pueblos indígenas del PNM. Según estas organizaciones, los pueblos matsiguenka y otros grupos en situación de contacto inicial o aislamiento no son atendidos por el Estado peruano y requieren de acciones urgentes.
El legado del PNM
En un nuevo aniversario, el Parque Nacional del Manu nos recuerda la importancia de la conservación ambiental para las generaciones futuras. El trabajo de los actores de la conservación a lo largo de los años ha convertido esta área en un destino tanto para el turismo como para la investigación. Los visitantes pueden acampar en la cuenca baja del río Manu, explorar sus miradores, navegar por sus ríos, observar las aves, entre otras actividades.
Su legado nos inspira a seguir trabajando por su preservación. Nosotros también podemos asegurar que este invaluable patrimonio natural y cultural perdure para las próximas generaciones.