Un grupo de estudiantes de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC) desarrolló una solución sostenible para degradar el poliestireno expandido (EPS), conocido como tecnopor, utilizando cáscaras de naranja y el D-limoneno extraído de ellas. El proyecto, desarrollado por el equipo «Movimiento Naranja», obtuvo el primer lugar en el último «Disrupton» organizado por UTEC.
El descubrimiento surgió de manera fortuita, como relata Ariana Ponce, integrante del equipo: «Nuestro proyecto nació de un accidente inesperado. Mientras realizábamos otro experimento que también requería cáscara de naranja seca y molida, la almacenamos temporalmente en un táper de poliestireno. Al cabo de dos horas descubrimos que se había formado un orificio en el recipiente. Fue ahí cuando empezamos a indagar por qué la cáscara de naranja fue capaz de degradarlo».
Métodos de degradación
El equipo, conformado por Ariana Ponce, Rosario Jácome y Harold Suárez de Bioingeniería, junto con Camila Neyra de Ingeniería Industrial, implementó dos métodos para la degradación del EPS. El primero consiste en aplicar directamente cáscaras de naranja secas y trituradas sobre la superficie del tecnopor, mientras que el segundo método implica la extracción del aceite esencial mediante destilación para obtener D-limoneno más concentrado.
El proyecto aborda una problemática ambiental significativa, considerando que el tecnopor puede tardar hasta 1000 años en descomponerse y representa al menos el 10% de los residuos plásticos en Perú, según el Ministerio del Ambiente. Este material, debido a su estructura liviana, tiende a dispersarse fácilmente, acumulándose en cuerpos de agua y suelos.
Aprovechamiento de la cáscara de naranja
La iniciativa no solo degrada el tecnopor, sino que aprovecha los subproductos: la cáscara de naranja residual se reutiliza como fertilizante orgánico, mientras que la mezcla resultante del proceso con aceite esencial se emplea como recubrimiento protector para metales, promoviendo prácticas más sostenibles mediante el upcycling.
El proyecto busca expandirse más allá del campus universitario. «Nos gustaría expandir nuestra idea. Queremos que nuestra visión de un campus sostenible no solo se quede en UTEC, sino que sea escalable hacia Barranco, Lima y todo el Perú», señala Camila Neyra, representante del equipo. Para lograrlo, planean establecer una red de colaboración y centros de acopio con productores de jugos y mercados.
La iniciativa también se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, como destaca Harold Suárez, integrante del equipo: «UTEC nos permite utilizar nuestros conocimientos en ingeniería y tecnología para contribuir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como es la reducción de nuestro impacto en el medio ambiente».