LORETO. La minería aurífera ilegal sigue causando estragos en el ambiente y la salud de la población amazónica. En total, esta ha impactado en unas 31 comunidades nativas y 3 áreas naturales protegidas (ANP) en la región Loreto. Así se informó en último reporte del Proyecto Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP).
Minería aurífera ilegal
El documento precisa que las ANP afectadas por esta actividad ilegal son: el Parque Nacional de Yaguas, la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana y el Área de Conservación Regional Alto Nanay – Pintuyacu Chambira.
La proliferación de embarcaciones destinadas a la minería aurífera ha sido reportada en la región Loreto desde principios del 2000, añade MAAP. Cerca de 11 ríos de esta región tienen informes sobre la presencia de dragas y embarcaciones dedicadas a la minería ilegal. Los ríos son Cotuhe, Curaray, Marañón, Mazán, Nanay, Napo, Patayacu, Pintuyacu, Putumayo, Tigre y Yaguas.
“Estas actividades no sólo afectan las fuentes de agua dulce, sino también áreas protegidas a nivel nacional y regional, así como comunidades indígenas que dependen de los recursos hidrobiológicos para su subsistencia”, señala MAAP.
El caso del río Nanay
En el reporte se registra que se han encontrado cerca de 280 infraestructuras mineras en diferentes ríos de la región Loreto. El río Nanay es el más afectado en este asunto, con un total de 210 hallazgos de estas instalaciones que fueron registrados entre los años 2021 y 2023.
En general, se detectaron 122 casos de actividad vinculada a la minería aurífera ilegal en el río Nanay desde el 2021 hasta el presente año. Al respecto, MAAP añade que “esto evidencia la proliferación de estas infraestructuras a lo largo del Área de Conservación Regional Alto Nanay Pintuyacu Chambira”.
Otro hallazgo tiene que ver con el el comportamiento de las embarcaciones dedicadas a la minería ilegal en este río. MAAP recuerda que en un reporte del 2021 se observó que estas operaban en grupos de cinco a seis embarcaciones juntas, ocasionalmente acompañadas de botes de asistencia.
Ahora, las embarcaciones de mayor tamaño operan de forma individual o con botes de asistencia. El cambio en el patrón de la minería ha permitido que las dragas cubran áreas más extensas. Esto «representa un desafío logístico más complejo para combatirlas», considera MAAP.