SATIPO. En la Aldea del Niño Beato Junípero Serra, situada en el distrito de Mazamari, un joven regresó a sus raíces para sembrar conocimiento y preservar una identidad milenaria. Hace poco más de diez años, Juan Escobar Mincami, profesor de 27 años, terminó su secundaria en este albergue. Hoy, con orgullo, viste su cushma y adorna su rostro con pintura de semillas de achiote, enseñando en las mismas aulas donde estudió.
Nacido en la comunidad nomatsigenga de Cubantía, en Junín, fue criado con las tradiciones asháninka de su madre. Este entorno bicultural le permitió identificarse profundamente con ambas culturas y dominar sus lenguas, habilidad que utiliza para revalorar y promover su herencia cultural en cualquier lugar donde se encuentre.
Su historia es un ejemplo de cómo la educación puede transformar vidas y comunidades. Gracias a una beca del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec), Juan se convirtió en profesional y ahora dedica su vida a la educación y al fortalecimiento de su comunidad, siendo uno de los profesores más queridos del lugar.
Primeros años
“Yo siento una conexión muy grande con esta institución, porque yo crecí aquí y veo a mis alumnos como mis hermanos pequeños. Yo enseño a los estudiantes del albergue la lengua asháninka, a los internos y externos. Fortalezco el idioma en los estudiantes internos que viven en el colegio y a los estudiantes externos, revitalizo el idioma porque provienen de familias que no les han enseñado las tradiciones a pesar de pertenecer a pueblos originarios”, explica Juan.
![De-estudiante-a-maestro--Profesor-preserva-su-identidad-originaria-en-Mazamari-I.jpeg](https://inforegion.net.pe/images/2024/05/27/De-estudiante-a-maestro--Profesor-preserva-su-identidad-originaria-en-Mazamari-I.jpeg)
Desde los seis años, Juan y su hermana mayor fueron acogidos por la Aldea del Niño Beato Junípero Serra, donde recibieron educación de calidad, alojamiento, alimentación y servicios de salud. Fue aquí donde Juan encontró no solo una educación intercultural, sino también un hogar que le permitió mantener vivas sus tradiciones y lenguas maternas.
“Uno de los motivos de que mi mamá me enviara al albergue fue justamente para poder superarme. Ella fue la principal impulsora de que yo estudie. Dentro de mis opciones de carrera, que eran sueños en ese entonces, porque no teníamos dinero, estaba Educación o Ingeniería Ambiental, porque consideraba que con esas carreras iba a aportar más a mi comunidad al resolver sus problemas”, comparte el profesor.
El camino a la profesión
En 2014, Juan ganó una Beca 18 del Pronabec, modalidad Vraem, para estudiar Ingeniería Ambiental en Lima. «Mi mamá lloró de felicidad cuando le dije que era uno de los ganadores. Empezamos a firmar los papeles y me dediqué plenamente a ello», recuerda.
Juan acabó con mérito la carrera de Ingeniería Ambiental y posteriormente se especializó en Gestión Territorial, para contribuir a la lucha contra la contaminación, la deforestación de los bosques, la venta de tierras, entre otros problemas que afectan a su comunidad.
![De-estudiante-a-maestro--Profesor-preserva-su-identidad-originaria-en-Mazamari-II.jpeg](https://inforegion.net.pe/images/2024/05/27/De-estudiante-a-maestro--Profesor-preserva-su-identidad-originaria-en-Mazamari-II.jpeg)
Así comenzó a trabajar en organizaciones internacionales que defienden los derechos indígenas. Sin embargo, notó que faltaba involucrar a los niños. “Esas experiencias, y el ver que algunos miembros de las comunidades no se organizaban, me hizo ver que yo estaba solo atacando desde arriba, y que faltaba algo. Entonces me convencí de que la esperanza estaba en los niños”, sostiene.
Compartir lo aprendido
Cuando la oportunidad de enseñar la lengua asháninka en el mismo lugar donde él había sido educado se presentó, Juan no dudó en aceptar el desafío. Para él, transmitir su lengua y cultura a las futuras generaciones es una forma de fortalecer la identidad indígena y promover el bien común.
“Yo al principio dudé, pero recordé que en una etapa de mi vida había querido ser docente, entonces dije: ¿por qué no intentarlo? ¡Además es enseñar mi lengua asháninka! Y acepté”, señala Juan. Fue esta experiencia lo que lo motivó a estudiar Educación como segunda carrera, con una especialización en Lengua y Literatura.
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“Como maestro les enseño a mis alumnos a fortalecer nuestra identidad como parte de un pueblo originario; sobre la importancia de visibilizarnos, de conocer nuestros derechos, y revalorar, amar nuestra lengua, nuestra cultura. También les digo que ser asháninka no solo es estar vestido tradicionalmente, sino que la esencia de ser asháninka es el bien común, pensar en todos. Ser asháninka es compartir”, afirma con orgullo Juan.