Desde la Amazonía peruana hasta los territorios Guna en Panamá, las comunidades indígenas han defendido durante generaciones sus territorios y los ecosistemas biodiversos que albergan. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, los mercados de carbono globales continúan sin reconocer ni recompensar adecuadamente a las áreas consideradas de “alto bosque y baja deforestación” (HFLD).
En un artículo de opinión publicado en Mongabay, Fermín Chimatani, miembro del pueblo Harakbut y presidente de la Asociación Nacional de Ejecutores del Contrato de Administración de Reservas Comunales (Anecap) en Perú, y Onel Marsadule, del pueblo Guna en Panamá y director ejecutivo de la Fundación para la Promoción del Conocimiento Indígena (FPCI), advierten sobre los riesgos y las inequidades que enfrentan sus comunidades en este sistema económico.
“Nuestros bosques almacenan inmensas cantidades de carbono y albergan una rica biodiversidad”, señalan Chimatani y Marsadule. “Sin embargo, los mercados de carbono no han reconocido adecuadamente nuestros esfuerzos por mantener los bosques en pie en estas regiones. Como resultado, nuestras comunidades corren el riesgo de perderse el financiamiento crítico que podría estar disponible a través del mercado voluntario de carbono”, añaden.
Iniciativas de conservación en las comunidades peruanas
Las Reservas Comunales de la Amazonía peruana han establecido diversos mecanismos de conservación, desde brigadas de vigilancia forestal hasta proyectos económicos sostenibles, que buscan evitar el cambio de uso del suelo y fortalecer la gobernanza local. Estos esfuerzos, impulsados por Anecap y otras organizaciones indígenas, responden a la necesidad de proteger los bosques frente a las presiones de deforestación y expansión agrícola.
“Las prácticas de nuestras comunidades para conservar los bosques han existido durante décadas y están ayudando a mantenerlos en pie hoy y en el futuro”, enfatizan los autores. Sin embargo, la falta de apoyo financiero limita la capacidad de estas comunidades para sostener sus proyectos de conservación, especialmente en momentos en que la demanda global de recursos como madera y tierras cultivables incrementa las amenazas en sus territorios.
Una oportunidad para la justicia climática
El artículo subraya que los mercados de carbono, al priorizar áreas con altas tasas de deforestación histórica, han dejado de lado el valor de los esfuerzos preventivos en las zonas de “alto bosque y baja deforestación” (HFLD). Para Chimatani y Marsadule, este es un tema de justicia climática, ya que las comunidades que han preservado sus bosques por décadas no reciben compensación alguna, pese a su contribución a la mitigación del cambio climático.
“La inclusión de metodologías de crédito HFLD en las directrices de los mercados voluntarios de carbono de alta integridad podría ayudar a corregir este desequilibrio”, explican los autores. Al reconocer estos esfuerzos preventivos, las comunidades indígenas podrían acceder a financiamiento para continuar protegiendo sus bosques y mantener sus modos de vida en armonía con la naturaleza.
La necesidad de acciones globales
Chimatani y Marsadule concluyen su mensaje llamando a los mercados de carbono a adoptar metodologías que valoren tanto la restauración como la prevención. Consideran que este paso es fundamental para que las comunidades HFLD, como las que ellos representan, puedan sostener sus iniciativas de conservación y continúen siendo guardianes de los ecosistemas tropicales.
La integración de estos enfoques en los mercados de carbono no solo impulsaría la justicia climática, sino que también enviaría un mensaje sobre la importancia de proteger los bosques antes de que sean degradados, asegurando así un futuro más sostenible para todos.