La creciente demanda de aletas de tiburón en el Perú, lo convierte en el principal exportador; sin embargo, gran parte de lo que se exporta no es de origen peruano sino ecuatoriano perjudicando a los pescadores artesanales e impactando en la economía sostenible.
“Uno de estos casos es el comercio ilegal de aletas de tiburón, triplicado en la última década por la creciente demanda de mercados asiáticos, lo que convierte al Perú en el mayor exportador de aletas de tiburón; pero, el 75% de los tiburones que se exportan no son capturados en aguas peruanas si no ecuatorianas y son contrabandeados por la frontera”, señala el experto César Ipenza Peralta.
Controversia del tiburón
En nuestro país, no está restringido el consumo de tiburón; sin embargo, no contamos con regulaciones que asegure la extracción de tiburones no implique su sobreexplotación. Una situación diferente se vive en el país vecino del Ecuador.
La principal controversia en el comercio internacional de aletas de tiburón desde Perú son aquellas provenientes de Ecuador. En dicho país, la pesca de este grupo está restringida, solo se permite desembarcar los ejemplares que hayan caído en las redes de manera incidental cuando se pretendía pescar otras especies. En otras palabras, a los tiburones solo se les puede pescar de casualidad o por fortuna, explica Alicia Kuroiwa, bióloga e investigadora de este caso desde Oceana Perú.
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) restringe el comercio internacional de algunas especies de tiburón, pero la situación es compleja cuando no hay consecuencias legales ni penales.
Mercado negro
Las aletas de tiburón en su mayoría van para Hong Kong, pero también “hay un mercado interno de aletas obviamente esto es influenciado por la cultura asiática en el país, la presencia de ciudadanos chinos, entonces se puede conseguir en varias chifas locales la aleta de tiburón que es parte del menú”, cuenta a Inforegión Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana Perú.
Además de las aletas de tiburón, también se extraen las branquias de mantarrayas y rayas en general, así como caballitos de mar. Aunque en menor escala, existe un mercado aún más complicado para los dientes de tiburón.
“Entonces caballitos o las branquias de las rayas se juntan en algunos lugares que a veces, generalmente no lo tienen, es un secadero, entonces lo ponen a secar, en el techo de una casa, en una azotea o en un patio, una vez que se seca, ese material ya seco se embolsa y se trata de camuflar dentro de otro pescado o enviarlo como otra cosa. Porque, como te digo, hay restricciones bien fuertes, caballitos de mar sencillamente es imposible comercializarlo, es totalmente prohibido”, afirma Rivero.
La presencia de estas aletas de origen controversial en el mercado nacional afecta a los pescadores artesanales que extraen legalmente estas especies; pero sobre todo la sostenibilidad de los océanos y las especies que los habilitan. Es necesario que desde el aparato estatal se pueda tomar acción a este problema que afecta la pesca peruana y amenaza su biodiversidad marina.