Nacida en la comunidad nativa de Alto Maranquiari, distrito de Perené, región Junín, la infancia de Yanet Velasco Castillo fue una marcada por el conflicto armado interno en Perú. «En los años 87 y 88, cuando empezó el tema de Sendero Luminoso, yo era pequeña, tendría unos 9 o 10 años», cuenta Yanet a Inforegión. Ella vivía con sus padres y abuela en su comunidad hasta que la violencia del conflicto armado interno los forzó a desplazarse a Puerto Bermúdez.
Allí, en la comunidad de Alto Siria, Yanet y su familia encontraron refugio temporal. Sin embargo, la amenaza del terrorismo seguía presente, obligándolos a estar en constante movimiento. «Mis papás lucharon, toda la familia, todos los comuneros se unían en la lucha contra el terrorismo. Nos dejaban con un adulto mientras ellos combatían,» recuerda. A pesar de la dureza de esos tiempos, Yanet y sus hermanas aprendieron a sobrevivir y adaptarse a las nuevas circunstancias.
Inicio de su liderazgo: Primeros cargos en su comunidad
El compromiso de Yanet con su comunidad comenzó a manifestarse desde temprana edad. Tras regresar a Perené en 1995 y luego mudarse a la cuenca del río Ene en 2005 junto a su esposo, Yanet se integró activamente en la vida comunal de Puerto Shampintiari, en la provincia de Satipo.
Fue elegida presidenta del Club de Madres, coordinadora del Programa Vaso de Leche y luego coordinadora del programa Juntos en su ámbito. «Nunca dije no a algo que me proponían. Les decía, depende de ustedes, hermanos, si me dan su confianza, estoy a la orden,» afirma. Su participación constante y su capacidad para movilizar y apoyar a sus hermanos y hermanas en la comunidad fueron clave para que Yanet asumiera cada vez más responsabilidades.
Hacia la defensa regional
El compromiso de Yanet con su comunidad la llevó a formar parte del Consejo Directivo de la Central Asháninka del Río Ene (CARE). «Esto fue en el año 2016, frente a más de 300 autoridades comunales me propusieron para el cargo de fiscal» recuerda. Esta organización, que representa a 45 comunidades y anexos de la cuenca del río Ene, en la zona del VRAEM, enfrenta numerosas amenazas que ponen en peligro a sus habitantes y su entorno.
Yanet y otras mujeres en la región deben lidiar con la presencia del narcotráfico, la tala ilegal y la invasión de tierras. «Son problemas serios que nos afectan directamente, ponen en peligro nuestro hogar y nuestra cultura,» expresa con preocupación. Estas amenazas también generan violencia y riesgo para quienes defienden sus tierras. «Mi persona ha sido amenazada por estar de acuerdo con la erradicación de la hoja de coca», comparte Yanet, reflejando los peligros que enfrenta en su lucha por la justicia y la conservación.
Mejorar la calidad de vida de las comunidades
Además del contexto que vive, en CARE su trabajo también está inclinado en la incidencia política e implementación de proyectos que buscan mejorar la calidad de vida en las comunidades asháninkas que representa. «Nuestra cuenca aún tiene muchas necesidades, en servicios básicos, infraestructura, calidad en educación y salud, conectividad telefónica y energía», señala Yanet, destacando las brechas que aún deben cerrarse.
Yanet, al finalizar su periodo en CARE en 2021, fue reelegida para continuar formando parte del Consejo Directivo de CARE, esta vez bajo el cargo de tesorera, en el que se desenvuelve hasta la actualidad. Ese mismo año, también asumió un cargo directivo en la Asociación Regional de Pueblos Indígenas de la Selva Central (ARPI SC), organización regional a la que está afiliada CARE, que a su vez forma parte de la organización nacional Aidesep la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana.
Representación en espacios nacionales e internacionales
Yanet logró llevar la causa de su pueblo más allá de las fronteras del Vraem. Representó a los asháninkas en numerosos encuentros y conferencias nacionales, donde habló sobre las problemáticas que enfrentan sus comunidades y buscó alianzas para fortalecer su lucha.
«Un asháninka sin territorio no es asháninka. Nadie nos va a amilanar, ni con amenazas nos van a callar. Seguiremos alzando la voz para que se respete nuestra autonomía,» insiste. Su participación en estos espacios no sólo visibiliza las luchas de los asháninka, sino que también inspira a otras mujeres a asumir roles de liderazgo.
Su papel permitió representar a su comunidad en espacios internacionales, llevando su voz y la de su pueblo a foros donde se discuten políticas cruciales para la protección de los pueblos indígenas. Ha participado en la COP2 de Escazú en Argentina, en encuentros en Canadá sobre defensores ambientales y en reuniones en Chile sobre el Acuerdo de Escazú. «Llevamos cuatro propuestas para que tengamos una representación activa del pueblo indígena en la comisión de Escazú», explica Yanet, subrayando la importancia de la inclusión indígena en la toma de decisiones.
Yanet Velasco representa fortaleza para su comunidad. «Hago esto porque me nace, porque es mi voluntad y tengo el deseo de hacerlo», declara. Su historia demuestra que el liderazgo femenino es esencial para la construcción de un futuro más justo y equitativo para todos los pueblos indígenas del Perú. «Nosotros, como pueblo indígena, no pedimos favores, exigimos nuestros derechos. Vamos a seguir persistiendo, insistiendo y resistiendo. Siempre pensando en colectivo» finaliza con convicción.