El Centro Internacional de la Papa (CIP) presentó en Huancayo a dos nuevas variedades de este tubérculo, cuya principal característica es su resistencia a la rancha, la principal enfermedad de este cultivo que afecta los campos de los agricultores, como ha ocurrido en la última campaña agrícola, con la intensificación de las lluvias causadas por el fenómeno El Niño.
Al CIP le tomó doce años de investigación, incluyendo las dificultades de financiación, en lograr estas dos variedades de papa mejoradas que tengan la característica de ser resistentes a la rancha: Matilde, liberada este año, y Asiryq, cuya liberación se encuentra en su última etapa.
«Ambas fueron trabajadas en Huancayo, con la participación de agricultores de Quilcas y Saño, en Huancayo, y Huancavelica», subraya la ingeniera Mariela Aponte Villadoma, investigadora asociada al CIP, especializada en mejoramiento genético de la papa.
«En los campos demostrativos, Matilde fue sembrada junto a variedades que los agricultores usan, sin la aplicación de pesticidas y otros insumos químicos, y estuvo muy bien», remarca Aponte.
Las otras características de esta nueva variedad, Matilde, es que presenta buena materia seca, «lo cual quiere decir que cuando lo consumes tiene un sabor a papa nativa, es decir, tiene buena aceptación»; y los agricultores lo están usando para hacer chuño.
El rendimiento observado, anota la investigadora, fue superior a variedades como Yungay o Amarilla, porque estas fueron afectadas por enfermedades, pero Matilde no.
Asiryq, o sonrisa
Los agricultores que trabajan con el CIP le han dado del nombre de Asiryq (sonrisa, en quechua) a esta otra variedad porque al sancocharla se abre, casi como las papas nativas.
En este caso, además de resistente a las enfermedades, es precoz, pues produce en poco más de cuatro meses, periodo vegetativo menor a la Yungay, por ejemplo, que se toma siete meses. También tiene buen sabor y una buena producción.
La investigadora Mariela Aponte subraya que estas investigaciones se han realizado en Huancayo, en la sede del CIP en el fundo Santa Ana.
El mejoramiento de la papa inicia tomando células femeninas y masculinas que están en las flores de una especie silvestre, y son mezcladas, de acuerdo con el propósito del mejoramiento genético. Luego, se obtienen los frutos de la papa, que algunos agricultores conocen como ampulo.
Las semillas de estos frutos son las que se usan en los campos, como los invernaderos de multiplicación. De allí son llevadas a campos de ensayo; parcelas de cultivo en zonas donde hay presencia de la enfermedad.
«Llevamos papas en su etapa inicial a Huánuco, donde hay incidencia de rancha, a Oxapampa, donde hay humedad y temperatura que facilitan la diseminación de enfermedades, por ejemplo, los dejamos expuestos y evaluamos semanalmente si es que ha infectado, si la papa resiste y seguimos el proceso», explica Mariela.
Los agricultores que participan en las investigaciones, también siembran estas papas a su modo, quienes observan el comportamiento de las nuevas variedades y las comparan con las que usan normalmente.
Los avances tecnológicos de hoy permiten reducir el tiempo de las investigaciones. Con las herramientas moleculares, la aplicación de modelos matemáticos y otros, el CIP busca en el futuro acortar el trabajo de mejoramiento genético de las papas y liberar variedades mejoradas en menos tiempo.
Banco de germoplasma
El Centro Internacional de la Papa, conserva la mayor parte de la diversidad de papa del Perú y el mundo, con protocolos de crioconservación, de 170 grados bajo cero.
El banco de germoplasma del CIP conserva 3500 variedades de papas peruanas y otras del mundo, que, entre silvestres, cultivadas y mejoradas, bordean las 7 mil,
El CIP también conserva raíces y tuberosas como mashua, oca, yacón, camote, informa la investigadora Mariela Aponte.
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