Hoy se celebra el Día Nacional de la Papa, una fecha que resalta la importancia de este tubérculo no solo como símbolo de la identidad cultural peruana, sino también como pilar de la economía y la seguridad alimentaria del país. Gracias a su extraordinaria diversidad genética y su capacidad de adaptación a diversos climas, la papa representa un recurso estratégico para el futuro de la agricultura, especialmente ante los desafíos que impone el cambio climático.
Diversidad genética y su impacto en la agricultura
La papa es un componente esencial de la identidad peruana, pero su valor trasciende lo cultural. Este tubérculo, originario de la región andina, es una de las especies más diversas genéticamente en el mundo. Según el Ministerio del Ambiente (Minam), el 62% del área sembrada en el país corresponde a variedades modernas, como la Yungay y la INIA 303, mientras que el 38% restante está compuesto por variedades nativas. Las variedades nativas, como las cultivadas en la región de Puno, son especialmente resistentes y adaptadas a condiciones climáticas extremas.
La distribución de la papa en el país refleja su capacidad para crecer en distintos ecosistemas. La mayor concentración de variedades cultivadas se encuentra en los distritos de Chongos Bajo (Junín), Marcapata (Cusco) y Yauli (Huancavelica), entre otros. Mientras tanto, las papas silvestres, con una alta concentración en Cusco y Ancash, también contribuyen significativamente a la biodiversidad del tubérculo.

El papel de las papas silvestres en la conservación genética
Además de las variedades cultivadas, las papas silvestres tienen un papel clave en la conservación genética de la especie. Estas papas, que se distribuyen a lo largo de 16 países de América, son esenciales para el mejoramiento de las variedades cultivadas. Perú lidera la lista con 93 especies de papa silvestre, seguido de Bolivia con 39. La preservación de estas especies es crucial para mantener la diversidad genética que podría ser utilizada en la creación de nuevas variedades resistentes a plagas y enfermedades, o más adaptadas a cambios en el clima.
Proyectos de conservación y sostenibilidad
El Minam ha implementado varias iniciativas para proteger la biodiversidad de la papa, reconociéndola como un recurso estratégico para la agrobiodiversidad peruana. En el marco del Proyecto GEF Agrobiodiversidad-SIPAM, el Gobierno Regional de Cusco ha comenzado a ejecutar un proyecto que involucra una inversión de S/10,5 millones. Este proyecto busca fortalecer la conservación de las zonas de agrobiodiversidad y promover prácticas agrícolas sostenibles.
Marco Arenas, director general de Diversidad Biológica del Minam, comentó que «estas acciones incluyen desde la protección de sus componentes genéticos hasta la promoción de prácticas sostenibles que aseguren su aprovechamiento responsable y su permanencia en el tiempo». Además, el trabajo en conjunto con el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) permite el fortalecimiento de las áreas de agrobiodiversidad, esenciales para la conservación tanto de las papas cultivadas como silvestres.

La papa como herramienta contra el cambio climático
El cambio climático es una amenaza creciente para la agricultura en todo el mundo. En este contexto, la papa se presenta como una opción viable para la adaptación, debido a su capacidad de crecimiento en diversas condiciones climáticas y geográficas. Su resistencia a sequías y su capacidad de producir en suelos variados hacen de la papa un cultivo estratégico para mitigar los efectos del cambio climático, tanto en el Perú como en otras partes del mundo.
En este sentido, la diversidad genética de la papa peruana ofrece una ventaja significativa para enfrentar fenómenos climáticos extremos. La conservación de estas variedades y el impulso a prácticas agrícolas sostenibles son esenciales para garantizar la disponibilidad continua de este tubérculo y asegurar su papel como fuente de alimento para millones de personas en el país.