El reto de hacer una economía alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ha llevado a los científicos peruanos a poner en marcha más investigaciones para utilizar mejor los recursos de nuestro país. Así, se han descubierto las propiedades de las antocianinas, el pigmento que le da el color azul-morado a la papa Kulli, para generar bioplástico inteligente para envolver los alimentos perecibles como pollo, carne, frutas o verduras.
Bioplástico sostenible
Para la fabricación del bioplástico se extrajo de la papa Kulli el almidón y las antocianinas como materias primas que actúa como sensor de pH, además de ser totalmente biodegradables. En palabras de Carolina Parada, investigadora principal del proyecto de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC) esté proyecto tomó dos años de investigación.
“En ese tiempo se ha optimizado la formulación para asegurar que el bioplástico sea flexible, resistente, altamente sensible a cambios de pH al estar en contacto con alimentos, y ecológicamente sostenible. También se realizaron pruebas piloto para evaluar su durabilidad y sensibilidad, monitoreando la frescura de los alimentos en función de las variaciones en el pH, lo que permite detectar su estado en tiempo real”, señaló a Inforegión la vocera.
Producción de la materia prima
La papa nativa utilizada es la variedad INIA 328 – Kulli papa, un tubérculo desarrollado por el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), proveniente de Huaraz y Andahuaylas, que le otorga propiedades especiales a este bioplástico.
Para tener una producción a escala comercial se requiere entre 400 y 700 toneladas de papa Kulli al año. Esto se traduce en una necesidad de colaboración con los productores locales para garantizar un suministro constante de materia prima.
“Por ejemplo en 2022, la municipalidad distrital de Jangas, en Huaraz, Áncash, a través de su alcalde, Rolin Mendoza, solicitó semillas de la papa Kulli o INIA 328 al INIA para su siembra en el distrito. La cosecha resultante fue adquirida en el mercado local en 2023, siendo utilizada en este proyecto. En 2024, se adquirió un pequeño volumen adicional en el mercado local de Ayacucho para las últimas pruebas del proyecto”, añadió Parada.
El poder de pH
Lo que hace inteligente a este bioplástico es el cambio de tonalidad, que indica las variaciones en el pH del entorno. Eso se produce en el momento en que los alimentos se descomponen y proliferan microorganismos que liberan gases como dióxido de carbono, metano y amoníaco.
“Estos gases son responsables de cambiar el pH del medio en que se encuentran experimentando alteraciones en su acidez o alcalinidad, la variación en el pH genera una reacción visible en el film. Esto hace que las películas cambien de color, pasando por diferentes tonalidades desde el morado hasta el amarillo, indicando la degradación del alimento y alertando al consumidor sobre la posible pérdida de frescura”, resaltó Parada.
Sostenibilidad
Gracias a su naturaleza biodegradable este bioplástico no se recicla y ofrece un ciclo de vida mucho más sostenible y respetuoso con el entorno. También puede compostarse de manera segura, para devolver nutrientes al suelo sin liberar residuos tóxicos ni microplásticos. Sin duda una novedad que buscará llegar a certámenes internacionales como el Green Product Award o el Global Change Award una plataforma para divulgar avances tecnológicos que abordan desafíos ambientales.